“EL HOMBRE SE ALEGRA CON LA RESPUESTA DE SU BOCA; Y LA PALABRA A SU TIEMPO, ¡CUÁN BUENA ES!” (Proverbios 15:23)

Cristiano aprende a valorarte a ti mismo

Rochelle Pennington escribe: “Un día entré en una pastelería y me senté al lado de una familia que estaba celebrando el partido de baloncesto de su hijo. Como el espacio era limitado, pronto me sentí como si formara parte de la fiesta. ‘Así que, ¿ganó tu equipo?’, pregunté. El chico sonrió y dijo: ‘Perdimos 24 a 2’. ‘Bueno, entonces tú habrás encestado la única canasta…’, añadí. ‘No, fallé todos los ocho tiros, pero tres de ellos la tocaron’. Me quedé aturdido. Lo estaban celebrando porque había perdido su equipo, y él había fallado ocho canastas; no podía entender nada… Tras otro bocado de pastel, y aún con la sonrisa de oreja a oreja, añadió: ‘Tenemos una fiesta porque la semana pasada fallé nueve tiros, y ninguno de ellos se acercó al aro. Mi papá dice que realmente se ha notado todo lo que he practicado durante esta semana, que estoy progresando’.”. ¡Tremendo! ¡Con un padre así, seguramente llegará a ser una superestrella de la NBA!

¿Dónde aprendió este muchacho a hablar de sí mismo como un ganador? Pues de un padre que le enseñó a concentrarse en sus logros, trabajar en sus puntos débiles, y tratar cada progreso minúsculo como un hito importante.

Si creciste en una familia donde la acusación estaba a la orden del día y nunca se te acreditaba en algo, tienes que cambiar tu sistema de valores y aprender a hablar de ti mismo de una manera nueva, una que te edifique y no te destruya. ¿Que por qué es importante esto? Porque si no aprendes a animarte a ti mismo, nunca vas a poder animar a otros.