«…PARA EL SEÑOR, UN DÍA ES COMO MIL AÑOS…» (2 Pedro 3:8)
La actitud del Maestro
Un hombre leyó este versículo y le preguntó a Dios: «Si un día es como mil años, ¿significa eso que un millón de dólares es como un céntimo?». El Señor le dijo: «Sí». El hombre siguió diciendo: «Entonces, dame un céntimo». Dios contestó: «¡Claro, espera un minuto!». Queremos el premio pero no el proceso. Daniel Coleman llama a la capacidad de esperar correctamente «la actitud del Maestro». El tenerla requiere:
(1) Confianza
En la profesión de los trapecistas existe una relación especial entre el que se lanza al aire y el que le recoge. Una vez que el que se lanza se suelta, no puede debatir; debe esperar sin moverse hasta que le recoja su compañero. Nosotros debemos también aprender a soltar lo que Dios nos dice que renunciemos y esperar a que Él nos recoja, incluso cuando no sintamos que su mano está ahí. ¡Da miedo!, ¿no?
(2) Humildad
Un hombre esperó tanto para entrar a la consulta del médico ¡que terminó por enviarle una factura por el tiempo perdido! En serio, en la vida existe una relación entre la posición social y la espera. Normalmente, la gente de condición social más baja espera a la gente de posición más alta; y los sabios aprenden a esperar con gracia. La espera nos recuerda que las cosas no están a nuestro cargo; nos humilla de la forma que necesitamos.
(3) Esperanza
Pablo escribió: «Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos» (Romanos 8:25). Un niño lo puso de esta manera: «Es como el día de Navidad por la mañana. Sabes que hay algo fenomenal abajo, pero tienes que esperar porque mamá y papá han dicho: «¡No nos despiertes antes de las 6:00!». Así que, aprende a esperar como es debido; es «la actitud de destreza».
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