«CONSIDERAD, PUES, HERMANOS, VUESTRA VOCACIÓN…» (1 Corintios 1:26)

Ideas para los que sueñan

No necesitas tener un sueño que otros consideran genial para que sea importante en los ojos de Dios. Si tu sueño es ser un padre estupendo, eso no significa que te falte fe, sólo que entiendes tu llamado. Todo lo que hizo la madre de Moisés fue tener un niño – pero, ¡vaya niño! El Señor protegió a su hijo cuando ella no podía hacer nada para ayudarle. Luego, Él la llevó a la casa del Faraón y le pagó para criarlo. Cuando descubres tu propósito, ¡Dios proveerá para ti también! Si quieres ver llegar los recursos, entiende bien tu misión.

No importa lo genial que sea tu sueño, ¡no te dejes intimidar por él! Cuando era niño, José soñó con ser un gran líder; esto lo hizo «aterrizar» en un pozo, y después, en una prisión. «¿Dónde está ahora tu sueño, José?».

Debes entender que tu sueño no siempre parecerá encajar. A veces da la impresión de que «muere» antes de que nazca. La Biblia dice que Abraham ignoró el hecho de que su cuerpo estaba casi muerto, creyó en Dios y fue padre de Isaac, aunque -hablando en términos biológicos- parecía una causa perdida.

Pablo soñó en llevar el mensaje de la salvación al mundo para que conocieran a Cristo, y las personas a su alrededor le llamaron loco. ¿Lo «descarriló» eso? Nada de nada. Escucha: «Nosotros somos necios por amor de Cristo.» (1 Corintios 4:10 – LBLA). Dios utiliza a personas radicales a quienes no les importan las apariencias, que han superado pasados difíciles, que desafiaron los malos augurios, que siguieron adelante con sus sueños y que declararon: «¡Mi Dios es capaz!». ¡Y tú puedes ser uno de ellos!