«YO SOY LA VID, VOSOTROS LOS PÁMPANOS…» (Juan 15:5)

Jesús lleva a sus discípulos aparte con el propósito de prepararles para su partida, y para capacitarles a fin de afrontar los problemas con los que se iban
a encontrar después de marcharse Él. Escucha: «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos… separados de Mí nada podéis hacer… Yo os elegí a vosotros… para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca» (Juan 15: 5, 16).

Observa lo siguiente:

(1) ¡Sólo entiendes quién eres si estás vinculado a Cristo!

Les dijo: «Separados de Mí nada podéis hacer» (Juan 15:5b). Cuando olvidas eso, acabas intentando hacer cosas que sólo Dios puede hacer, por ejemplo, resolver tus problemas a tu modo o promocionarte por medio de estrategias ingeniosas. No eres bendecido en ningún empeño por lo que haces, sino por estar unido a la Vid. A menos que entiendas este principio, perderás el tiempo corriendo detrás de personas que no tienen más poder que el que tienes tú. ¡En la Vid están tu fuerza y éxito! Simplemente, ¡permanece unido!

(2) ¡Antes de conseguir el fruto que permanece, debes perder el fruto que es pasajero!

Escucha: «Todo pámpano que en Mí no lleva fruto, [mi Padre] lo quitará.» (Juan 15:2). Puedes ser una buena rama vinculada a una buena vid que lleva buen fruto, y de repente Dios empieza a cortar ciertas cosas en tu vida. Cosas que pensabas que siempre estarían allí, son quitadas. Ahora parece ser que vas para atrás. Hace falta fe para creer que Dios permite que pierdas aquello de lo que estás orgulloso -con lo que te sientes seguro- a fin de darte algo mejor:

El fruto que permanece, el éxito que dura para siempre. Por lo tanto, la palabra para ti hoy es: «Déjalo que se vaya. Dios tiene algo guardado que es mucho mejor para ti».