6 Cosas que el verdadero perdón NO ES

«…PERDONAD, SI TENÉIS ALGO CONTRA ALGUIEN…» (Marcos 11:25b)

Antes de hablar sobre lo que es el perdón, vamos a ver lo que no es:

(1) Una aprobación

Jesús perdonó a la mujer sorprendida en adulterio, pero Él no aprobó su conducta. Escucha: «…vete y no peques más» (Juan 8:11b).

(2) Una justificación

¿Por qué lo hacemosí Porque así es más fácil perdonar.

(3) Un indulto

Éste es un término legal que significa ‘liberación de las consecuencias’. Igual que no puedes imponer tus secuelas al ofensor, no puedes protegerle de la forma que Dios ve las cosas.

(4) Una reconciliación

La reconciliación requiere que dos personas estén de acuerdo. ¿Y si uno no lo está?

(5) Una negación

Solamente cuando reconocemos totalmente y aceptamos lo que se nos ha hecho, podemos perdonar de veras.

(6) Un olvido

Es imposible olvidar los hechos importantes de nuestra vida, aunque preferíamos no recordarlos.

En el libro titulado El Perdón Completo, R.T. Kendall escribió: «No es ninguna victoria espiritual pensar que perdonamos cuando sólo estamos evitando afrontar conductas incorrectas». Nos decimos: «Quisiera perdonarle, pero no creo que pueda si realmente ha hecho lo que parece que hizo». De manera que posponemos reconocer la verdadera ofensa para no tener que experimentar el dolor que produciría. El completo perdón es doloroso; duele decirle adiós a la venganza y pensar que la persona que nos ofendió se va a escapar de lo que hizo y que nadie lo sabrá jamás. Pero cuando estamos totalmente conscientes acerca de lo que hizo, y aceptamos que será bendecida sin sufrir las consecuencias (impuestas por nosotros), entonces nos trasladamos al área espiritual. Comenzamos a ser un poco más como Jesús.

«¡HACED SALIR DE MI PRESENCIA A TODOS!» (Génesis 45:1)

Veintidós años después de haberle traicionado y vendido como esclavo, los hermanos de José estaban delante de él, ¡ahora el Primer Ministro de Egipto! ¿Qué haría con ellosí ¿Qué habrías hecho tú? vamos observar la vida de José para descubrir siete formas de lo que es el verdadero perdón.

¡Tú no lo revelarás!

¿Por qué hizo José salir a todos de la sala excepto a sus hermanosí

¡Para asegurarse de que nadie supiera jamás lo que ellos habían hecho! José no lo dijo, y Dios tampoco lo haría.
Escucha: «…sepultará nuestras iniquidades y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados» (Miqueas 7:19b). Dios sabe lo suficiente de cada uno de nosotros como para enterrarnos, pero no dirá nada. ¿Así que, por qué nosotros sí? Para castigar.
Escucha: «…el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo» (1 Juan 4:18). ¿De qué tenemos miedo? De que escapen sin castigo. Queremos que se les castigue, de manera que decimos lo que nos han hecho. Y cuando lo llevamos a cabo, suceden dos cosas:

(1) Entramos en el territorio de Dios

Él dice: «Mía es la venganza, Yo pagaré…» (Romanos 12:19b). Solamente el Señor conoce la debilidad que les llevó a obrar de esa manera, si realmente se han arrepentido y el grado en que han cambiado.

(2) Establecemos los criterios para nuestro propio juicio

Escucha: «…con el juicio con que juzgáis seréis juzgados…». (Matero 7:2). ¿Puedes vivir con esto? Si no es así, entonces lee estas palabras detenidamente: «…sed bondadosos unos con otros…, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo» (Efesios 4:32).

«…NO OS ENTRISTEZCÁIS NI OS PESE HABERME VENDIDO ACÁ…» (Génesis 45:5)

(1) No culparás

¡Imagina el sentimiento de culpabilidad de los hermanos de José al ponerse delante de él! Pero José dijo: «…no os entristezcáis…, porque para salvar vidas me envió Dios delante de vosotros» (Génesis 45:5). ¿Por qué culpamos a otrosí Porque hemos olvidado la gracia que nosotros mismos recibimos cuando no la merecíamos.

Nuestro perdón no tiene ningún valor si no hacemos posible que otros se puedan perdonar a sí mismos. Eso mismo era la dificultad de Pablo. Escucha: «…perseguía… a la iglesia de Dios y la asolaba»(Gálatas 1:13).

Después de perseguir y encarcelar a los cristianos, ahora les predicaba. ¿Y quiénes estaban entre la audiencia? Las viudas y los huérfanos…

Los antiguos persas castigaban a los asesinos atando los cuerpos de sus victimas con una correa a la espalda. Esto no les permitía andar, les identificaba con su pasado, el olor alejaba de su presencia a cualquiera y, finalmente, les robaba su propia vida.

¿Era eso lo que Pablo tenía en mente cuando escribió: «¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?» (Romanos 7:24b)? No hay nada más pesado que el sentimiento de culpabilidad.

(a) Te arrastrará hacia abajo, hasta convertir tu vida en un mero existir;

(b) Provocará que dejes una mala impresión allá donde vayas. Hasta tus amigos se cansarán y te exigirán que lo superes de una vez;

(c) Destruirá cualquier nueva relación que tengas. ¿Quién quiere a alguien que mantiene una relación con un «cadáver»? Solamente usarías esa nueva relación para amortiguar el dolor de la anterior;

(d) Acortará tu vida porque no estás hecho para cargar con eso. ¡Deshazte de ello!
Llora si es lo que necesitas, pero cuando acabes, «entiérralo» y sigue adelante. ¡Esto es lo que el verdadero perdón hace por los demás!

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