Como Mirar a los demás con Los Ojos de Dios

«…LA LENGUA… CON ELLA BENDECIMOS A(L) DIOS… Y… MALDECIMOS A LOS HOMBRES, QUE ESTÁN HECHOS A LA SEMEJANZA DE DIOS» (Santiago 3:8b-9)

Cuando ves a un drogadicto o a un vagabundo por la calle, ¿piensas: `Señor, tan sólo por tu misericordia estoy mejor que él’? ¿O en secreto sientes que eres mejor? ¡Vamos, sé honesto! Nuestra sociedad admira la belleza, el poder y el dinero, incluyendo a aquéllos que ostentan el seguir a Dios para adquirirlo; piensan que el activo neto equivale al personal.

Ver a los demás con los ojos del Señor cambia nuestra atención del «envase» hacia el «contenido».

Dios dice: «La soberbia del hombre le acarrea humillación…» (Proverbios 29:23). ¿Que por qué? Porque te ciega hacia la verdad. El orgullo causó a Adán y Eva a jugar a ser Dios (lee Génesis 3:5).

El orgullo herido hizo que los hermanos de José le vendieran como esclavo (lee Génesis 37:8). El orgullo volvió al rey Saúl tan envidioso que quiso matar a David, su «rival» (lee 1 Samuel 18:8).

El orgullo motivó a Ezequías a mostrar al enemigo las riquezas de la nación (lee Isaías 39:2). El orgullo ocasionó que los discípulos compitieran por el mejor puesto en el Reino del Señor (lee Lucas 9:46). El orgullo es la razón por la cual «…bendecimos a(l) Dios…y… maldecimos [menospreciamos] a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios» (lee Santiago 3:9).

La próxima vez que veas a alguien atrapado en su propia trampa, recuerda que la única diferencia entre él y tú es ¡el Señor!

Escucha: «Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor» (Mateo 9:36). Jesús no vio a las personas como malas, ¡sino como perdidas! Cuando empieces a hacer eso, las estarás viendo con los ojos de Dios.