La «Regla de Oro» de Cristo

«…TODAS LAS COSAS QUE QUERÁIS QUE LOS HOMBRES HAGAN CON VOSOTROS, ASÍ TAMBIÉN HACED VOSOTROS CON ELLOS…» (Mateo 7:12)

¿Qué quería decir Jesús cuándo dijo: «…todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos…» (Mateo 7:12)? Estaba diciendo:

(1) Valorad a otros.

El setenta por ciento de las personas que dejan sus puestos de trabajo lo hace porque no se siente valorado.
Es una indicación de lo mal que algunos jefes tratan a sus empleados. No hay ni una sola persona en el mundo que no quiere ser apreciada, ¿verdad?

(2) Sed agradecidos.

Donald Laird dijo: «Ayuda siempre a la gente a aumentar su autoestima. No puedes dar un elogio más grande a alguien que ayudarle a que se sienta útil y que encuentre satisfacción en su utilidad». ¿Que cómo lo puedes hacer? Dejando saber a la gente que aprecias sus esfuerzos, y haciendo hincapié en elogiar en presencia de los que están cerca. Billy Rose observó sabiamente: «Es difícil para un muchacho mantener una manzana sobre la cabeza si le permites manejar un arco» [la historia de Guillermo Tell].

(3) Confiad en ellos.

Sin la confianza no puede haber una verdadera relación. El Ministro de Asuntos Exteriores Henry Stimson comentó: «La lección principal que he aprendido en la vida es que el único modo en el que puedes hacer que un hombre sea digno de confianza es confiando en él; y la forma más segura de dar lugar a que no sea de fiar es desconfiando de él». ¿Es fácil confiar en alguien? No, sobre todo con una persona a la que no conoces muy bien. Y sin embargo, es la regla de oro de Cristo. Mientras te esfuerces en invertir confianza en otros tal como te gustaría que la invirtieran en ti, recuerda estas palabras: «La persona que confía en otros, siempre perderá menos que la que desconfía de ellos».

«…TODAS LAS COSAS QUE QUERÁIS QUE LOS HOMBRES HAGAN CON VOSOTROS, ASÍ TAMBIÉN HACED VOSOTROS CON ELLOS…» (Mateo 7:12)

Los matrimonios sólidos, las buenas relaciones de negocio y las amistades adecuadas están basados en la «regla de oro» de Cristo. Es esencial que demuestres a la gente que la valoras. John Maxwell habló acerca de un nuevo pastor que compartió las siguientes normas con su congregación: «

(a) Si tenéis un problema conmigo, venid a verme en privado. Yo haré lo mismo con vosotros.

(b) Si alguna otra persona tiene un problema conmigo y viene a vosotros, enviarmela a mí. Yo haré lo mismo.

(c) Si alguien no quiere venir a mí, decidle: `Vamos a verle juntos’. Yo haré lo mismo.

(d) Tened cuidado cómo me interpretan; prefiero hacerlo yo. Es muy fácil malinterpretar las intenciones. Yo también tendré mucho cuidado de cómo las interpreto.

(e) Si es algo confidencial, no lo contéis. Si vosotros u otra persona venís a mí en confianza, no lo contaré, a no ser que la persona vaya a dañarse o a dañar a otra, o un niño haya sido abusado física, emocional o sexualmente. Lo mismo espero de vosotros.

(f) No leo cartas sin ser firmadas.

(g) No permitiré que me manipulen; no dejéis que otros os manipulen, ni tampoco que traten de manipularme por medio de vosotros.

(h) Si tenéis alguna duda, simplemente decir lo. Si puedo contestar sin torcer el concepto o romper una confidencia, lo haré».

Y un último pensamiento: si la gente todavía quiere interpretar que te estás aprovechando de ella, aun después de que hayas tenido una oportunidad de explicar tus motivos, tendrás que replantear tu intención…

«…TODAS LAS COSAS QUE QUERÁIS QUE LOS HOMBRES HAGAN CON VOSOTROS, ASÍ TAMBIÉN HACED VOSOTROS CON ELLOS…» (Mateo 7:12)

Cada uno de nosotros puede clasificarse en una de las siguientes declaraciones:

(a) Soy ético siempre;

(b) Soy ético casi siempre;

(c) Soy algo ético;

(d) Raras veces soy ético;

(e) Nunca soy ético.

¿Dónde estás tú? Muchos de nosotros nos colocamos en la segunda parte, debido a la conveniencia personal. No es conveniente arriesgar confrontación, ejercer disciplina, poner a otros en primer lugar o pagar el precio para tener éxito. La mayoría de nosotros piensa casi siempre que es muy aceptable ser ético ? a no ser que seamos los perjudicados en la mala racha ética de otra persona. Si estás buscando un estándar bueno y honrado de comportamiento ético para vivir por él, lo encontrarás en la «regla de oro» de Cristo. Aquí tienes el porqué:

(1) Es fácil de entender. Simplemente te pones en lugar de la otra persona. ¡Eso es! Incluso un niño pequeño puede comprender esto. No hay reglas complicadas ni escapatorias, ¿entiendes?

(2) Es una ideología beneficiosa para ambas partes. ¿Alguna vez has encontrado a personas que crean que para que ellas ganen, otras han de perder? Pues, no es verdad; si te trato tal y como deseo ser tratado yo, ganas tú. Y si tú me tratas de la misma forma, gano yo. ¿Entonces, dónde está el perdedor?

(3) Produce paz y autoestima. Al final del día debes ser capaz de vivir contigo mismo. Si la única manera que puedas ganar es engañando, pierdes respeto por ti mismo, vives con miedo a ser descubierto, pierdes confianza en la Presencia de Dios, y todos tus éxitos quedan huecos.