La Palabra de Dios tiene poder, la palabra de Dios nunca vuelve a él vacía

La Palabra de Dios sin duda es fascinante y siempre lo ha sido, me impresiona el pasaje de Felipe y el Etíope, como una persona de tan alto rango basado en las escrituras viajaba a adorar a Jerusalén, y leía con tanto interés lo que ni siquiera entendía.

Era una persona que sin duda buscaba algo diferente, algo que fuera más grande que cualquier tipo de idolatría o religiosidad, posiblemente incluso había antes estado experimentando o investigando pero aún así nada le llenaba.

Pero hubo algo le llamó la atención del Dios de Israel y la forma en que lo pudo conocer al menos un poco fue a través de las escrituras, en ese tiempo leía al profeta Isaías.

Pareciera que le llenaba de curiosidad el poder saber lo que significaban esas palabras llenas de misterio, pero es muy probable que le hicieran sentir algo más que el deseo de conocimiento, si Dios se preocupó en enviar a Felipe fue porque algo pudo ver en el corazón de este hombre, nada más y nada menos que fe.

Las escrituras habían seguramente provocado que este hombre enfocara su fe en el Dios de Israel, entonces Felipe le presento al Hijo, al Salvador:

Hechos 8:30-38 “30 Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que leesí 31 El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. 32 El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo trasquila,  Así no abrió su boca. 33 En su humillación no se le hizo justicia;  Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida. 34 Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? 35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. 36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? 37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38 Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.”

Y Felipe partiendo de esta escritura, es decir siguió hablando más de las Escrituras, hasta presentarle el Evangelio de Jesús, le hizo saber la maravillosa opción de salvación, y este hombre creyó, no en la palabra de Felipe sino en las Escrituras e inmediatamente fue bautizado.

No narra el pasaje más acerca de este eunuco, pero es un hecho que la fascinación por la Palabra lo llevo a ser salvo, la Palabra de Dios tiene poder, la palabra de Dios nunca vuelve a él vacía.

Isaías 55:10-11 “10 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, 11 así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.”

Dios les bendiga.