La Tiranía De Tus Quehaceres

«…no os angustiéis por el día de mañana…» (Mateo 6:34)

Con más y más frecuencia vivimos como si nuestra única meta fuera conseguir terminar todas las cosas de cualquier manera. Nos levantamos temprano, nos acostamos tarde, reímos poco y siempre dejamos a nuestros seres queridos para el final, prometiéndoles continuamente pasar más tiempo con ellos, pero sin conseguirlo nunca. ¿Te suena esto familiar? Muchos de nosotros cometimos este error con nuestros hijos, y ahora lo repetimos con nuestros nietos; y ¡el tiempo se acaba!

El hecho de que escribas cosas en tu lista de actividades implica que tienes que hacerlas y una lista larga demuestra que lo estás haciendo bien y que tu tiempo te reclama. Aparte de tener paz y felicidad, el Señor quiere que seamos dirigidos, y no forzados, a tener objetivos. Dicho de otro modo, Él quiere que disfrutemos de sus bendiciones cada día. De hecho, la mayoría de las cosas pueden esperar y sólo unas pocas pertenecen verdaderamente a la categoría de emergencias. Si pones a Dios lo primero en tu vida y organizas bien tu tiempo, podrás llevar a cabo todo lo que tienes que hacer. Y lo que no puedas hacer (a) debieras pasarlo a otras personas;(b) habrías de ofrecérselo al Señor preguntándole: «¿Me has llamado realmente a hacer esto?».

El propósito de tu vida no es que termines todas tus tareas antes de que «suene la campana». No, se trata de que te conviertas en todo lo que Dios quiere que seas y que además disfrutes del proceso. Ah, una cosa más: recuerda, cuando mueras, todavía quedarán cosas por hacer. Y ¿sabes qué?, pues que ¡otra persona las hará! Así que, ¡alégrate y disfruta de este día!