Los Objetivos Banales En La Biblia

«No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan…» (Eclesiastés 2:10)

Lee estas palabras de un hombre que lo tenía todo: «Amontoné… plata y oro… gocé de los placeres de los hijos de los hombres… Fui engrandecido y prosperé más que todos cuantos fueron antes de mí en Jerusalén… No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan… Miré luego todas las obras de mis manos…; y he aquí, todo es vanidad…» (Eclesiastés 2:8-11). Comida deliciosa, sexo maravilloso, fama mundial, increíbles riquezas, poder ilimitado; Salomón consiguió todo esto, pero resultó ser una vida totalmente vacía.

¿Por qué será que todos nuestros «tesoros» nos dejan tan vacíosí ¿Por qué seguimos tan frustradosí En parte, nuestra frustración viene de Dios. Él sabía que después de la caída intentaríamos adorar a otros dioses y entregarnos a la búsqueda de cosas que no nos llenan. De manera que decidió que una de las consecuencias de la caída sería que ninguna de estas cosas nos proporcionaría verdadero contentamiento. Él sabía que no encontraríamos infinita satisfacción en cosas finitas. Así que la frustración es un regalo que el Señor nos da en nuestra condición pecaminosa porque de otra manera desperdiciaríamos nuestras vidas con cosas que no valen para nada.

Jesús dijo: «Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33). Cuando quieres tener una relación con el Señor, tendrás todo lo que realmente necesitas. La verdad es que desde que salimos del huerto del Edén nos hemos sentido insatisfechos; la vida no es la misma sin aquellos paseos y conversaciones con Dios, ¿verdad? Por este motivo, San Agustín, después de llevar una vida de placeres pecaminosos, volvió su corazón hacia su verdadero «hogar» diciendo: «Tú nos has hecho para ti, y nuestros corazones no descansarán hasta que encuentren reposo en ti».