La Gracia Transformadora

“…ESTO ERAIS ALGUNOS DE VOSOTROS, pero ya habéis sido lavados…, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús” (1 Corintios 6:11)

Jefté era el hijo de una prostituta y nació fuera del matrimonio. Criado en un entorno hostil y abusivo, con el tiempo fue echado de casa y se convirtió en líder de una banda de rebeldes. Pero las cosas cambiaron cuando los israelitas necesitaron a un hombre con agallas para vencer a los amonitas. Le dijeron a Jefté: “Ven, para que seas nuestro jefe… y a ser el caudillo de todos los que vivimos en Galaad” (Jueces 11:6,8b). Así que, haciendo caso a la solicitud, Jefté les condujo a la victoria y se convirtió en su jefe; puedes leer su historia en los capítulos 11 y 12. ¡Hablando de transformaciones! ¡Jefté tenía el mismo derecho al trono que Al Capone a un puesto en la policía! No tenía ningún derecho a ocupar esa posición, a no ser por la gracia de Dios. Al Señor le encanta tomar algo que te está ahogando para usarlo para su gloria. Él transforma a los perdedores en ganadores y “…levanta del polvo al pobre… para… heredar un sitio de honor” (1 Samuel 2:8). La verdad es que en los ojos de Dios éramos todos inadecuados hasta que Él nos tendió la mano y nos salvó. Pablo dijo: “No os engañéis: ni los fornicarios… ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores… heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados…, ya habéis sido justificados en el Nombre del Señor Jesús” (1 Corintios 6:9-11).

¿Comprendes el asunto? La única diferencia entre tú y Jefté es que Dios quiso revelar su pasado para que nosotros podamos aprender de él. Hoy ha querido ocultar el tuyo con la sangre de Jesús, para que la gente nunca sepa la clase de persona que eras antes de ser transformado por su gracia.