La Resurrección: El destino de Cristo – Y El Nuestro

A lo largo de la última semana, los cristianos de todo el mundo han contemplado los eventos finales de Jesús mientras se abría camino a la cruz. Su humillación y su sufrimiento nos han roto el corazón nuevamente, pero en medio de todo esto tenemos la expectativa guardada de lo que sabíamos que vendría: ¡Ha resucitado!

La resurrección fue el destino de Cristo, pero la cruz también lo era. Jesús vino como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Pero ¿sabía usted que la cruz es también el destino ordenado por Dios para los creyentesí Es la única manera de lidiar con el pecado. Cuando Jesús murió en el Calvario, Él llevó el castigo por nuestros pecados, para que todo aquel que en él cree pueda ser perdonado y declarado «Inocente!» Desde el punto de vista judicial de Dios, ya hemos sido crucificados con Cristo, porque el castigo por nuestro pecado ha sido pago. Sin embargo, la salvación no quita nuestros viejos patrones de pensamiento pecaminosos y deseos.

Lo que Cristo hizo es la eliminación de la pena del pecado, pero nosotros debemos personalmente vencer el poder del pecado en nuestras vidas diariamente. Pero la cruz es el último lugar al que queremos ir. No sólo por que trae dolor, si no por el camino conduce a través de Getsemaní, donde tenemos que decir a Dios: «No se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lucas 22:42).

Aunque anhelamos vencer el pecado en nuestra vida diariamente, muchos de nosotros estamos dispuestos a hacer lo que se requiere. Sin embargo, si tratamos de evitar la cruz, nos perderemos la vida abundante que Dios nos quiere dar. En lugar de vivir en la victoria sobre la tentación constante, vamos a estar en una montaña rusa de subidas y bajadas. Cada vez que fallamos, vamos a tratar nuevamente y será más difícil, pero no hay manera de mejorar o reformar nuestras tendencias pecaminosas. Tenemos que ser condenados a muerte.

La cruz no es el punto final. La meta de Dios es que «andemos en vida nueva» (Rom. 6: 4). Una vez clavadas esas viejas ansias carnales en la cruz, comenzarán a perder su atractivo, y nuestros corazones comenzaran a encontrar placer en obedecer al Señor. Así como Cristo fue resucitado de entre los muertos, también nosotros encontraremos la vida abundante y la victoria más allá de nuestro Gólgota.

Hágase las siguientes preguntas: ¿Cuál es el centro de mi vida? ¿Qué me impulsa y me da un sentido de propósito? ¿Hay algo más que el Espíritu Santo controlando mi vida? ¿Estoy dispuesto a rendirme al Señor? Si algo o alguien en su vida tiene prioridad sobre Cristo, esto se llama idolatría. Eso a lo cual usted se está aferrando o lo tiene atado necesita ser llevado a la cruz. Una nueva vida de libertad y de poder está a la espera al otro lado de la tumba.

-Charles F. Stanley