El Espíritu De Superación

«…en todas estas cosas somos más que vencedores…» (romanos 8:37)

El compositor Gian Carlo Menotti dijo: «El infierno comenzará el día en que Dios nos permita ver los dones que no hemos aprovechado y todo lo que podríamos haber hecho pero que no lo hicimos». Wilma Rudolph, quien ganó tres medallas de oro en las olimpiadas de 1960, estaría de acuerdo con eso. Lo que ella logró allí no fue tan impresionante como lo que superó. Cuando era una niña, «Willie» contrajo polio y no podía andar sin sus aparatos ortopédicos. Luego, a los 13 años, recuperó la movilidad de las piernas y ¡se convirtió en la mujer más rápida de la historia! No obstante, sus desafíos no fueron sólo físicos. Siendo uno de los veintidós hijos de una familia pobre de color, nos ha inspirado por vencer la pobreza y la animosidad racial hacia ella. Decía: «No puedo» son dos palabras que no existen en mi vocabulario. A los dos años de edad, Scott Hamilton, un famoso patinador olímpico, dejó de crecer debido a una enfermedad en la infancia que casi le mató. A pesar de ello, sus padres le animaron en su rehabilitación enseñándole a patinar, y ¡el resto es historia! En 1976, cuando Brad Parks quedó en una silla de ruedas después de sufrir un gravísimo accidente, se dedicó a lanzar pelotas con una raqueta de tenis contra la puerta de su cochera para fortalecer los brazos. Tres años más tarde formó la Fundación Nacional de Tenis en Silla de Ruedas. Pablo dijo: «…en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquél que nos amó» (Romanos 8:37). Rick Warren escribió: «¿Por qué usa el Señor nuestras debilidades? Porque cuando lo hace, Él obtiene toda la gloria. Si Él sólo usa tus puntos fuertes, otros podrían mirarte y sentir celos, o desanimarse. Pero cuando Dios te usa a pesar de tus debilidades, llegarán a la conclusión: «¡El Señor puede usarme a mí también!». No tienes tus debilidades por casualidad… Dios las permite con el propósito de mostrar su poder por medio de ti.

«…MI PODER SE PERFECCIONA EN LA DEBILIDAD» (2 Corintios 12:9b)

A los 19 meses, Helen Keller contrajo una enfermedad que la dejó sorda y ciega. En aquellos tiempos, los «sordomudos» eran tratados como unos idiotas. Pero los padres de Helen no estaban de acuerdo con eso. Contrataron a una profesora llamada Anne Sullivan para hacer actividades con ella, y finalmente aprendió a leer y escribir en Braille. Para sorpresa de todos, en 1904 se graduó con matrícula de honor en la Universidad de Radcliffe y después dedicó su vida a ayudar a otros discapacitados. El filántropo Andrew Carnegie le pagaba un salario anual, los escritores Mark Twain y Robert Louis Stevenson la elogiaban con frecuencia y casi todos los presidentes de su tiempo la invitaron a la Casa Blanca. Cuando se le preguntó si había algo peor que estar ciega, Helen respondió: «Sí, tener vista pero carecer de visión». Aunque Helen murió en 1968, su legado de valentía continúa vivo. A los 12 años de edad, Thomas Edison perdió una gran parte de su capacidad auditiva, por lo que sus profesores recomendaron que abandonase la escuela. En cambio, Edison aprovechó su discapacidad para evitar las distracciones y concentrarse en su trabajo. El resultado fue que el niño que había sido cualificado de «estudiante lento», le regaló al mundo más de mil inventos, incluyendo la bombilla, el tocadiscos y la cámara cinematográfica.

En cualquier caso, ¿quién es capaz de definir lo que es «normal»? ¿Se trata de ser bajo en vez de alto, o rico en vez de pobre…? La verdad es que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros aptitudes únicas que Él espera que descubramos. Y es interesante destacar que los «verdaderos» discapacitados no son los que han nacido con desafíos físicos o síquicos, sino más bien los llamados «normales» que han permitido que la apatía y las limitaciones sean parte de sus vidas. El Señor dice: «…mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9b), de modo que puedes dejar que las dificultades te obstaculicen o te inspiren. ¿Qué vas a elegir?