ASÍ QUE, CADA UNO SOMETA A PRUEBA SU PROPIA OBRA Y ENTONCES TENDRÁ… MOTIVO DE GLORIARSE…? (Gálatas 6:4)

Hay una historia sobre un pescador sensacional que siempre volvía a casa con una gran pesca. Un día, una persona desconocida le pidió si podría acompañarle la próxima vez que saliera a pescar. Pues, ¡claro que sí!, contestó el pescador. A la mañana siguiente, los dos se fueron a una cueva lejana. El desconocido se dio cuenta de que el pescador no llevaba ni cañas ni ningún otro utensilio para pescar, solamente una caja oxidada y una red con pala. Al llegar a la cueva y después de apagar el motor, el pescador abrió la caja y sacó un cartucho de dinamita; encendió una cerilla, prendió la mecha y la lanzó al agua. Después de una explosión ensordecedora, tomó la red y se puso a recoger los peces. Con una mirada dura, el forastero sacó de su bolsillo una placa que ponía: «Guardacostas». «Queda usted detenido», le dijo. Esas palabras no desconcertaron al pescador; simplemente abrió de nuevo la caja, sacó otro cartucho, lo encendió y se lo dio al guardacostas diciéndole: «Entonces, ¿va a quedar ahí sentado o va a pescar?». La moraleja de esta historia es que las personas que triunfan en la vida no necesitan que les enciendan una mecha; su motivación viene del propósito de Dios que tienen dentro de ellas y viven para una causa que es mucho más grande que ellas.

Si estamos esperando a que otros nos motiven, ¿qué pasará cuando esos «otros» no aparezcan? Es por esto que necesitamos un plan que sea mucho mejor. Y la Biblia nos lo ofrece: «…cada uno someta a prueba su propia obra y entonces tendrá, sólo en sí mismo y no en otro, motivo de gloriarse…» (Gálatas 6:4).

«…CADA UNO SOMETA A PRUEBA SU PROPIA OBRA…» (Gálatas 6:4)

Sólo puedes orar, planear y prepararte durante un tiempo; después tienes que dar un paso en fe y poner manos a la obra. Los chinos dicen: «Él que se lo piensa demasiado antes de dar un paso se pasará toda la vida cojeando». La razón por la que no empezamos las cosas es porque nos concentramos en el día de mañana en vez de en el día de hoy, pero el único tiempo sobre el que tenemos control es el presente. ¡Vamos ahora!, los que decís: «…mañana iremos a tal ciudad…, negociaremos y ganaremos», cuando no sabéis lo que será mañana. Pues… vuestra vida… es neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece, dijo el apóstol Santiago» (4:13,14).

Edgar Guest escribió: «Este hombre hubiera sido el mejor trabajador sobre la tierra» mañana; el mundo le habría conocido si hubiera llegado a «mañana», pero la realidad es que murió y desapareció de la vista, y todo lo que dejó al morir era una «montaña» de cosas que quiso hacer «mañana». La idea de «mañana» puede ser muy seductora, pero en muchas ocasiones, la promesa que ofrece es falsa. Es el empezar lo que nos detiene. Dawson Trotman, el fundador de Los Navegantes, dijo: «El mayor tiempo perdido es el que gastamos para comenzar». La parte más difícil de escribir una carta es la primera línea y lo más duro de una peliaguda llamada de teléfono es levantar el receptor y marcar el número. Así que, ¿cómo vas a superar esa dificultad? Planea un tiempo específico para hacer las cosas que no te guste hacer o que temas hacer, y cada vez que las hayas llevado a cabo te costará menos y lo harás mejor.