Hechos 17:11 “…TODOS LOS DÍAS EXAMINABAN LAS ESCRITURAS…”

Al diablo no le importa que hables de la Biblia de dientes para afuera; lo que le preocupa es que te tomes la molestia de leerla y estudiarla a fondo.

¿Desde cuándo llevas diciendo que vas a leer la Biblia? ¿Cuándo te vas a disponer, por fin, a hacerlo y a aplicar sus principios en tu vida diaria?

Escribe el Dr. Howard Hendricks: “Cualquiera puede idear un esquema maravilloso para cambiar las cosas. Alguien dirá que quiere alcanzar el mundo para Cristo; otro querrá estudiar todos los libros de la Biblia en los próximos cinco años; otro querrá memorizar cien versículos; alguien decidirá ser un esposo siguiendo el modelo de Cristo. ¡Fantástico! Pero ¿cuándo vas a empezar?

Hasta que no respondas a eso, lo único que tendrás son buenas intenciones, las cuales valen tan poco como un cheque sin fondos.

¿Para qué sirve soñar con ganar el mundo con el Evangelio si no eres capaz de compartir de Cristo a tu compañero de trabajo?

¿Cómo vas a estudiar toda la Biblia si no sabes siquiera qué versículo vas a estudiar mañana? ¿Cómo vas a memorizar cien versículos si ni siquiera has intentado memorizar uno?

En lugar de imaginar un matrimonio cristiano perfecto, ¿por qué no empiezas por algo sencillo, como lavar los platos, si eres el marido, o animar a tu esposo si eres la mujer?

Demasiados buenos proyectos no pasan del grado de “buenas intenciones”, porque hablamos del final del camino sin especificar cuándo, dónde y cómo vamos a dar el primer paso.

Como alguien dijo en una ocasión: “No planeamos fracasar, sino que fracasamos por no planear”