Podemos vencer, con la gracia de Dios

Muchos de los personajes más grandes de la historia son aquellos que se enfrentaron a las más grandes adversidades. El fracaso nunca te sobrecogerá si tu determinación para confiar en Dios por medio de la fe, es lo suficientemente poderosa.

La invalidez crea a Sir Walter Scott. La cárcel da a luz a John Bunyan. Cría a un hombre en la miseria y obtienes un Abraham Lincoln. Ata a un hombre con amargos prejuicios religiosos y tienes a un Benjamin Disraeli. Hiere a un hombre con parálisis y ahí tienes a Franklin Roosevelt. Piensa en alguien de color, nacido en una sociedad llena de prejuicios raciales y ahí están Booker T. Washington, Harriet Tubman, Marian Anderson y George Washington Carver.

“…SI DIOS ES POR NOSOTROS, ¿QUIÉN CONTRA NOSOTROS?” (Romanos 8:31)

Mira a un hombre en una familia italiana de 18 hijos, el primero que sobrevivió, y contempla a Enrico Caruso. Haz que un matrimonio superviviente de un campo de concentración nazi tenga un hijo que se queda paralítico de cintura para abajo a los 4 años y obtienes al incomparable violinista Itzhak Perlman. Tilda a un hombre de retrasado mental, al que no merece la pena escolarizar, y tendrás a Albert Einstein.

Helen Keller era sorda y ciega de nacimiento; a pesar de esas deficiencias se graduó en la universidad con las mejores notas y ejerció una influencia asombrosa en el mundo.

Margaret Thatcher, la primera y única primera ministra del Reino Unido, vivió en un humilde apartamento encima de la tienda de su padre. En sus primeros años, su vivienda no tenía agua corriente ni sala de aseo.

Gold Meier, antigua Primera Ministra de Israel y la única mujer que ha ostentado tal cargo, era una mujer mayor divorciada cuando fue nombrada, proveniente de una ciudad industrial de los Estados Unidos.

¿Qué podemos aprender de todas estas personas?

Que el éxito no está condicionado por nuestras circunstancias, sino por cómo las enfrentamos y superamos. ¡Y con Dios de nuestro lado podremos triunfar!

Pablo, uno de los mayores luchadores que hayan existido jamás, escribió: “…Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).