El ingrediente secreto para un ministerio efectivo
¿Y si hubiera una manera de abrir las compuertas del cielo para otras personas? ¿Y si TÚ pudieras tener este secreto?
Escritura: Lucas 17:5-24:5, Juan 5:9-16
¿Existen límites para la maldad humana?
Imagina un tipo que practica brujería y sesiones de espiritismo, adivinación y nigromancia. Imagínenlo involucrado en un sacrificio humano quemando a sus propios hijos en altares de fuego. Dale autoridad e influencia a nivel nacional, para que no sólo practique estas cosas, sino que entrene a otros para que hagan lo mismo. Ahora, si queda espacio en tu imaginación, imagina a este hombre buscando una manera de ganarse la atención de Dios.
¿Qué mueve el corazón de Dios?
En lo profundo de las Crónicas de Israel está la historia de un gobernante despreciable que capturó la gracia y misericordia del Padre al humillarse ante Dios. Su nombre es Manasés; puedes leer sobre él en 2 Crónicas 33. En el espacio de un capítulo, las Escrituras revelan la transformación de un hombre de vaso de ira a vaso de misericordia. Él ganó la atención de Dios debido a su humilde corazón. No es que Manasés simplemente haya experimentado la misericordia de Dios; él en sí la provocó.
El Padre ama la humildad. Le hace girar el rostro y toma su atención. Jesús trató una y otra vez de compartir este camino secreto hacia el corazón de Dios: «El que se humille será exaltado». Usó esta frase no menos de cuatro veces. Jesús mismo practico la humildad mientras vivía en algunos lugares de Israel. Presentaba a los niños como ejemplos de humildad y confianza para con Dios. Ataco siempre la autosuficiencia del hombre sin Dios.
La humildad es una expresión de verdad e integridad. La gente intuitivamente tiene hambre de humildad en sus líderes espirituales y políticos. Quizás esta hambre de auténtica humildad se está haciendo cada vez más fuerte: la frase de búsqueda en Google que más a menudo atrae gente a los websites cristianos es la simple frase: «¿Cómo podemos humillarnos a nosotros mismos?
Aunque ese puesto tiene ya bastante tiempo, la gente encuentra el camino a él semana tras semana. En todo el mundo se introducen frases de búsqueda como «cómo ser humildes como Jesús» y «cómo nos humillamos ante Dios». Hay belleza en la humildad.
La humildad es la vela que enciende la misericordia de Dios. Su oído está sintonizado para escuchar las palabras más débiles de un corazón contrito y humillado.
En la historia del rey Manasés encontramos esperanza para todos los que se han preguntado si podrían captar la atención de Dios. Aquí hay cuatro lecciones para aprender de Manasés (2 Crónicas 33) para aquellos cuyos corazones están desviados de Dios:
1. Aun en medio de la iniquidad flagrante, Dios sigue hablando: (v10)
Incluso después de una larga lista de actos rebeldes contra Dios, el texto revela que Dios todavía se acercó a Manasés. Si te han dicho que Dios se esconde de tu pecado, te han engañado. Nuestro pecado es una de las razones por las que Dios continúa alcanzándonos. Nos ama y se niega a rendirse con nosotros. Pero no es sólo que su amor desciende; un corazón humilde se eleva al trono.
2. Dios sabe cómo humillarnos: (v11)
Hay una gran diferencia entre ser humillado por el Todopoderoso y humillarte ante él.
Dios puede arreglar circunstancias que nos humillen a los ojos de otros, pero sólo nosotros podemos humillarnos ante Dios. Él puede extender una misericordia severa, según la frase de C.S. Lewis, pero nosotros permanecemos en control de nuestros propios pensamientos y corazones.
3. Nuestros corazones pueden mover el corazón de Dios: (v13)
¡Esta es una revelación asombrosa! Dios no está impresionado por el poder humano, la riqueza o la sabiduría, sino por el corazón humano. Cuando escogemos el arrepentimiento, el Padre le dice a todo el cielo que se calle. Nuestras oraciones nunca tienen más poder que cuando ocupamos nuestro lugar ante él.
4. Nuestro ejemplo de humildad puede influir en las generaciones venideras: (v25)
Manasés tenía un nieto llamado Josías, quien (de niño) provocó un renacimiento nacional. Me gusta imaginar que Josías escuchó de primera mano de su abuelo los horrores de la rebelión y la gracia de la humildad. Nuestras lecciones de vida pueden convertirse en la semilla que brota treinta, sesenta y cien veces en las vidas de nuestra siguiente generación.
Estas son más que consideraciones teológicas; son actitudes del corazón.
Lo que se susurra en el Antiguo Testamento se grita en el Nuevo: la humildad es la puerta al Reino de Dios. Jesús encarnó la vida de humildad ante el Padre. Le funcionó bastante bien: demostró que un camino humilde conduce a la gloria, una gloria inimaginada por la sabiduría de los hombres.
La humildad salvó la vida de Manasés. La humildad de Jesús nos abrió las puertas del cielo. Somos sus humildes vasijas. El mundo espera que nos entreguemos con todo el corazón.
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