Una Carrera No De Velocidad Y Si De Paciencia

Todos nosotros diariamente corremos una carrera, es llamada de la carrera de la vida. A veces pensamos que nuestra carrera es contra los otros, pero la verdad, esta carrera es contra nosotros mismos. ¿Y tú cómo estás corriendo tu carrera? Con gozo, con alegría, con paciencia.

Quiero dejarte un pensamiento para que guardes con pasión. La paciencia siempre gana la carrera. En esta carrera hay que aguantar con paciencia. En otras palabras, tu sueño, puede llevar mucho tiempo, pero la victoria siempre se puede lograr con paciencia.

Me hace recordar a la famosa carrera de las antorchas en los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia. Esta carrera era diferente de otras carreras. En la mayoría de las carreras, el ganador es aquel que cruza primero la línea de llegada. Pero en la carrera de antorchas, se encendían muchas antorchas y se les entregaban a todos los corredores.

Todos debían comenzar la carrera con el fuego encendido, y la única manera de ganar esta carrera era terminar con el fuego encendido. No importa si llegabas primero, no contaba hasta que verificarán si tu fuego aún estaba encendido. De la misma forma, la carrera que Dios nos ha dado por delante, es una carrera de paciencia y no de rapidez.

He visto gente que pensó, que llegó, que venció, que ganó, pero cuando el juez eterno, reviso si su fuego estaba encendido, la perdió. El día de hoy quiero llamarte a la reflexión. Tal vez tú puedes estar pensando, pastor, yo corrí la carrera, comencé bien, mi fuego estaba rebosando en alegría, en gozo y paciencia, pero creo que hoy, mi fuego se apagó.

Si tú eres esa persona, yo quiero decirte algo está mañana, tal vez tu fuego se apagó, más el de Dios nunca se apaga, es por razón que él compartió contigo de su fuego consumidor, llamado Espíritu Santo, así pídele ahora mismo que incendie tu vida con la fuerza y la gracia de Jesús, para que esta vez sea para siempre.