Libertad a los cautivos… para poner en libertad a los oprimidos» (Lucas 4:18)

«He oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias» (Éxodo 3:7).

Durante cuatrocientos años, Israel fue esclavizado por los capataces egipcios, que lo oprimían y «le amargaban la vida» (Éxodo 1:14). Y tú puedes entender sus sentimientos de impotencia cuando consideras las áreas de tu propia vida en las que luchas por liberarte de viejos hábitos. Ya sea la ira, la comida, el alcohol, las drogas, el sexo, el dinero o las relaciones abusivas, experimentamos una sensación de impotencia en nuestra lucha. Y los repetidos intentos de liberarnos pueden producir sentimientos de desesperanza que nos lleven a renunciar por completo. Pero los israelitas clamaron a Dios, y Él les respondió: «He… visto la miseria de mi pueblo… he oído su clamor… pues he conocido sus angustias».

Hoy Dios te ve, Dios te oye y Dios se preocupa por ti. Él dijo: «Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel.» (Éxodo 3:8).

Nota, Él había «descendido» para «hacerlos subir». ¿Cómo lo hizo? Su liberación requería la muerte del inmaculado cordero pascual. Después de aplicar su sangre en los dinteles de sus puertas, cocinaron y comieron el cordero vestidos con sus ropas de viaje, bastón en mano, listos para dejar atrás el cautiverio.

Hoy, Dios quiere que te prepares en oración para tu viaje hacia la libertad; no por tus propios esfuerzos humanos inútiles, sino por la fe en la sangre derramada de Jesús, el Cordero de Dios que quita nuestros pecados. «Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros» (1 Corintios 5:7). ¿No te alegra esta buena nueva?

¿Cómo Dios Liberta A Los Cautivos? ¿Qué Dice La Biblia?

«Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, Y rompió sus prisiones» (Salmos 107:14).

Cuando los israelitas «clamaron al Señor… él los salvó… los sacó de las tinieblas… y rompió… sus prisiones» (vv. 13-14). Y Él puede liberarte de cualquier cosa que te tenga cautivo hoy. Y no solo una libertad temporal, sino una libertad a largo plazo: «Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres» (Juan 8:36).

He aquí 3 pequeños en hecho, pero enormes hacia la verdadera libertad:

(1) Clama al Señor

Dios dijo: «y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón» (Jeremías 29:13). Abandona la dignidad y el decoro: ¡las situaciones desesperadas exigen medidas desesperadas! Deja de intentar arreglártelas solo. Si pudieras salvarte a ti mismo, no necesitarías un Salvador. Entrégueselo a Dios, «Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros» (1 Pedro 5:7).

(2) Alimenta Diariamente Tu Alma y Espíritu

La libertad es un proceso de dos partes. La primera es la comunión con Jesús. Los israelitas se alimentaron del cordero pascual como preparación para salir de la esclavitud. Y Jesús, el Cordero de Dios, declara: «Yo soy el pan vivo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre» (Juan 6:51).

Compartir tus sentimientos y necesidades con Él, aligerará tu carga, aliviará tu soledad y alimentará tu espíritu. No olvides: Jesús vino a pregonar «libertad a los cautivos… para poner en libertad a los oprimidos» (Lucas 4:18).

3) Meditar en las Escrituras

Rechazar la Palabra de Dios hizo que los israelitas se convirtieran en esclavos: «Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová, Y aborrecieron el consejo del Altísimo. Por eso quebrantó con el trabajo sus corazones; Cayeron, y no hubo quien los ayudase» (Salmos 107:11-12). Para ser libre y permanecer libre, aliméntate cada día de la Palabra vivificante de Dios.