“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, pero habito también con el quebrantado y humilde de espíritu, para reavivar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados”  (Isaías 57:15)

Cada tribu, cada pueblo y cada nación tiene su rito, su ídolo, su costumbre. El hombre por naturaleza es religioso, y adora a su dios, a su manera; pero cuando descubre que hay un solo Dios verdadero, deja la idolatría yadora al Señor con todo su ser.

Este texto condena algunas prácticas idolátricas que se habían infiltrado entre algunos miembros de la comunidad, como el culto a los árboles sagrados, los sacrificios de niños y ciertos ritos orgiásticos. El pasaje concluye con una advertencia severa contra los idólatras y con una promesa de salvación para los que confían en el verdadero Dios. (RV95)

Dios muestra cuán insuficientes eran los ídolos y, en general, toda criatura, para venir en auxilio de los que le rendían culto… Los cautivos que confían en Dios serán puestos en libertad… No hay criatura como Él nada puede comparársele. Las expresiones indican su dominio soberano sobre todas las cosas. Él es santo, según el autor Matthew.

Nuestro Dios es Alto y Sublime, ¿Quién como Él? Es Santo, No hay ser humano tan santo como Él, pues mora en la santidad. Los ídolos son creados por el hombre y son efímeros; pero Dios es eterno, no tiene principio y no tiene fin.

Además, Dios habita con los humildes y no con los orgullosos. Por todo esto, postremos nuestro ser, cuerpo, alma y espíritu ante Dios y adorémoslo en santidad de vida y seamos humildes de corazón.

La Biblia narra que Jesucristo fue humilde, Él lavó los pies de sus discípulos, Él se identificó con los pobres y consoló al quebrantado de espíritu. Él te ama tal como eres y tiene un plan maravilloso para ti. Deja que Él, inunde tu ser y te renueve.

ORACIÓN:

Te alabo Señor, porque eres Santo…