“¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti! Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del Señor brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria!”  (Isaías 60:1-2 NVI)

Hay un himno latino y anónimo que dice así:
¡Gloriosa luz! ¡Visión sin par! La iglesia debe contemplar al Cristo en todo su esplendor, brillando más que el mismo sol.
Radiante faz luce el Señor y sus vestidos blancos son; así nos quiere revelar la gloria de su eternidad.
Y el corazón se exalta al ver el gran misterio de su ser; con gozo eleva su canción, se postra humilde en oración.
O trino Dios, concédenos que cara a cara, por tu amor, al fin podamos contemplar tu eterna gloria y majestad.

El Mesías, la luz, alumbra sobre Jerusalén y éste alumbra sobre la tierra. En el capítulo 58 hay un llamado al arrepentimiento y en el 59 a la confesión, es entonces, que hace su aparición en el capítulo 60 la luz gloriosa. Los gentiles se sienten atraídos por la luz, y los judíos regresan a dicha luz. Su humillación da paso a su exaltación; su debilidad a la fortaleza; su pobreza a la riqueza, su oscuridad a la luz perpetua. (Manual Unger 1985)

Los exiliados vienen todos y reunidos, juntos. Vienen desde todas partes por eso se exhorta a Sión que “levante los ojos y mire alrededor”… Las naciones tributarán a Israel honor y todo lo que posean, según el autor Matthew.

El actual Israel es de mucha atracción turística; pero “El Señor hará más bello su antiguo templo, y lo convertirá en punto de atracción de todos los pueblos de la tierra” (RV95)

Esa luz que simboliza la salvación de Cristo, se revela y refleja en cada uno de nosotros, por eso manifestamos su Gloria para que otros lo conozcan. Animo que Él viene pronto;mientras tanto ora a favor nuestro.

ORACIÓN:

Padre, brilla en mí, para proclamar tu gloria y tu grandeza…