Cuando un hombre rico le preguntó a Jesús «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» Jesús le preguntó: «¿Por qué me llamas bueno?» (Marcos 10.17-18). Cuando los líderes religiosos le preguntaron si era correcto pagar los impuestos, él preguntó de quién era el rostro que aparecía en las monedas (Mateo 22.17-20). Cuando los fariseos para poder acusar le preguntaron: «¿Es lícito sanar en el día de reposo?» La respuesta de Jesús fue otra pregunta: «¿Qué hombre de nosotros teniendo una sola oveja, si esta se le cae en un hoyo en el día de reposo, no le echa mano y la saca?» (Mateo 12.9-12).
Muchas veces, familiares, amigos, compañeros de trabajo o de la universidad que no son cristianos, nos formulan también preguntas difíciles sobre nuestras creencias. Nuestro impulso natural es responder inmediatamente para defender nuestra fe y muchas veces nos involucramos en discusiones y debates necios para ver quién le gana a quién. A mí me ha pasado y, por esa razón, cuando leí el artículo de Randy Newman no lo pensé dos veces para compartirlo contigo.
En este artículo, Newman nos enseña a cómo invertir los roles y pasar de ser el interrogado al interrogador no para ganar un debate, sino para ayudar a la persona a reflexionar sobre su relación con el Creador. Además nos explica cómo Jesús formulaba preguntas inteligentes en vez de sencillamente responder y cómo tu y yo podemos hacer exactamente lo mismo.
Gracias por recibirnos de nuevo y Dios te bendiga por obedecer Su voz en tiempos tan difíciles para personas jóvenes como tú.
En el amor de Cristo,
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Es esposo de la mejor mujer, padre de 2 hijos maravillosos, pastor y director de Desafío Joven. En los últimos 12 años ha trabajado con jóvenes, padres y líderes juveniles. Estudio en Rhema Bible Training Center. Su servicio con la palabra de Dios se ha extendido por más de 27 países en 13 idiomas. Es director ejecutivo y consultor de varios ministerios cristianos, desarrollando conferencias, cursos bíblicos, libros, estudios, devocionales, vídeos y recursos para la vida espiritual.
Dios te hizo diferente, no indiferente.
Dios te hizo extraordinario, no ordinario.
Dios te hizo significante, no insignificante.
Dios te hizo competente, no incompetente.
Dios te hizo compatible, no incompatible.
‘‘Usted nació original, no muera como una copia‘‘
- John L. Mason
