A la edad de 22 años, un joven se trasladó a una gran ciudad donde aprovechó las seducciones que aquel lugar le ofrecía. Una noche, cuando pasaba frente a una tienda de campaña donde se predicaba el Evangelio, personas amables lo invitaron a entrar. Aceptó, pero volvió a salir en medio de la predicación. No quería saber nada de la Biblia, del amor de Dios y de Jesucristo.

       Había estado casado durante 25 años; era padre y abuelo. Pero no tenía trabajo ni perspectiva para el porvenir. Aquella noche acepté la invitación de Dios y entregué mi miserable vida al Señor Jesús. Primero lloré de tristeza al confesar mis pecados, luego lloré de gozo y agradecimiento por la infinita gracia de Dios. Me parecía volver a una amada casa paterna después de largas, penosas y engañosas andanzas. Y así fue realmente. El Señor Jesús me dio una nueva vida. Estoy reconciliado con Dios. La paz del corazón es tan maravillosa que apenas puede ser descrita con palabras humanas».

poème: Oí la voz de amor,
La sangre contemplé;
Vi en la gloria mi Señor
Y paz con Dios hallé.

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