«La memoria de los justos es una bendición pero la fama de los malvados será pasto de los gusanos» Proverbios 16:7

«Quien se conduce con integridad, anda seguro; quien anda en malos pasos será descubierto» Proverbios 10:9

El poder y trascendencia de una vida recta, aún después de la muerte sigue siendo una bendición.

Hace poco celebramos el cumpleaños número 81 de mi madre, es un poco difícil reunir a mis 11 hermanos para alguna actividad, todos andan atareados en sus Iglesias y otros están viviendo en el extranjero, gracias a Dios fue posible que este agasajo nos pudiera congregar para darle gracias a mi madre por todo lo que aguantó educando a estos once hijos. En un momento de la fiesta una de mis hermanas pidió que le diéramos una palabra especial a quien nos inculcó que el trabajo dignifica al hombre, y entonces uno por uno improvisamos mentalmente un humilde sermón basado en sus virtudes. Pero cuando empezó el mayor de mis hermanos a articular su primera frase no fue para hacer una gran gala de palabras adornadas diciendo lo que todos esperaban escuchar sino que empezó haciendo referencia a su manera de castigarnos y enderezar lo que luchaba por torcerse en cada uno de nosotros, mientras escuchaba atónita a mi hermano mayor empecé a recordar con él, porque ella fue el complemento perfecto de mi padre, porque mientras él andaba besándonos, ella ¡nos cacheteaba!.

Los discursos de mis 6 hermanos varones y el de las tres hermanas se convirtieron en frases francas, emocionadas y llenas de gratitud, en verdad mi querida mamá entendió bien que su labor era formar en nosotros gente íntegra, hijos que atesoraran la Palabra de Dios, y si para ello debió utilizar genio, firmeza y hasta vara, gracias mamá porque tu integridad nos ha hecho conocer el camino y por ti no tropezaremos.

La memoria de mi Padre como amigo, pastor y maestro es una bendición para todos los que vivímos con él y disfrutaron de su amistad, pero ahora he comprendido que la herencia que mi madre nos está dando ahora con sus 81 años es que la integridad no es un regalo gratuito, el negarse a seguir la corriente del mundo, el aceptar la corrección el dejarse probar a costa de dolor y necesidad no es fácil, no es asunto de cobardes, para ser íntegro hay que amar la Palabra, para ser íntegro hay que ser humilde, para ser íntegro hay que tener y vivir por fe.

«Sólo el que procede con justicia y habla con rectitud, el que rechaza la ganancia de la extorsión y se sacude las manos para no aceptar soborno, el que no presta oído a las conjuras de maldad y cierra los ojos para no contemplar el mal. Ese tal morará en las alturas, tendrá como refugio una fortaleza de rocas, se le proveerá de pan y no le faltará agua» Isaías 33:15-16.

A los íntegros no les falta nada, porque aún si vas por valles tenebrosos él estará a tu lado, su vara de pastor te reconfortará.