En estos días previos a la Navidad he buscado una aguja en un pajar, la búsqueda ha sido minuciosa, paciente y  perseverante,   pero en mi esperanza de encontrar lo que buscaba no he parado y estoy contenta porque lo encontré.
Busqué gente que en este mes de Navidad, expresara en su rostro algo más que stress por las compras, cansancio por tener que decorar la casa, ansiedad por terminar el trabajo y comenzar vacaciones, indiferencia porque es una fiesta más, etc., pero casi cuando ya me había cansado de ver lo mismo en todos, encontré a alguien, a alguien pequeñito que me hizo sonreír y gritar: ¡Lo encontré!

Todos, realmente todos, hemos sucumbido a la locura de las compras y el descontrol, y si no hay plata, a la resignación y la depresión, que lejos está el sol naciente de estos corazones distraídos, por lo que no vale.
El sol naciente ha venido a visitarnos, ha venido a dar luz a los que viven en la oscuridad, ha venido a mostrarnos el sendero del amor y la paz, no perdamos el tiempo, la visión, y hasta el dinero en hacer de esta fiesta una ocasión simple de derrochar y suspirar  por regalos, el Nacimiento del Salvador no debe ser suplantado por nada ni por nadie, la Gloria de Dios le pertenece sólo a su Hijo y no a nuestra ambición.

El domingo llegué temprano a la Iglesia, seguía buscando mi pequeña aguja en el granero, y entonces algo frustrada  me puse a conversar con un grupo de alumnos de la Escuela Dominical:
-Hola chicos… ¿y han pensado que les gustaría que les regalen en esta Navidad?
-Niños, todos hablando a la misma vez: ¡Si! ¡Yo quiero una mascara de transformer! ¡Y yo una pista de carros! ¡No, no, yo ya tengo eso, yo quiero una patineta!
-¿Y qué van a comer?
-Todos juntos: ¡Pavo! ¡Panetón! ¡Chocolate!
-¿Y ustedes creen que eso es lo más importante de la Navidad? (siguiendo en la búsqueda)
-¡No, claro que no! Y todos juntos: ¡Lo más importante es Jesús!
Cuando me respondieron eso sentí un nudo en la garganta, pero ya no me dejaron preguntar, continuaron hablando todos juntos y sus respuestas fueron miles de esperanzas, miles de promesas, miles deseos de seguir predicando a Jesús.
-¡Sin él no habría Navidad!
-¡Y tampoco habría Iglesia!
-¡Y tampoco estarías tú!
-¡Claro tampoco estarían los pastores!
Abracé  a mis pequeñitos de la Escuela Dominical, criaturitas de 4,5 a 9 años de edad, comprendí a mi Señor cuando los abrazó fuertemente y les dijo a sus discípulos que de ellos es el Reino de los Cielos, los abracé y di por terminada mi búsqueda, vale la pena seguir predicando, la luz sigue alumbrando la oscuridad sigue retrocediendo ante la Presencia del Señor.
Mis amados, el sol naciente viene en búsqueda de aquellos que esperan su Venida, no se distraigan con el oropel que el mundo levanta para distraernos de la verdad, Jesús es Emmanuel, Dios con nosotros,  la  positiva inspiración para aclamar.
Feliz Navidad
 
Martha Bardales
 
«Esto ha venido a confirmarnos la palabra de los profetas, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en sus corazones".
 II Pedro 1:19
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