Existe en Estados Unidos un día llamado "Tax Day" (Día del Impuesto) y sobre el deber de todos paguen, en esta data, el Impuesto de renta, existe una historia bien humorada de alguien que llega la entrada de un hospital y encuentra dos médicos vestidos de blanco, buscando algo junto a un cantero de flores.  Pregunta el hombre a los médicos: "me disculpen, ¿ustedes perdieron un algo?" "No," contestó un de los médicos.  "Estamos haciendo un trasplante de corazón para un agente del Impuesto de renta y queremos hallar una piedra apropiada." Y la historia termina con risas de todos.

Arrumbando los agentes de la Receta Federal, tenemos constatado que muchas personas aquí en este mundo tienen el corazón duro como piedra.  La vanidad, el egoísmo, la intransigencia, la mesquinhez y muchos  otros  factores  han
aportado para que tales personas se muestren insensibles y de difícil acceso.  Probablemente no le gustan nadie, ni aun de sí propios.  Son personas frías, generalmente amargas, necesitadas de cariño y atención pero sin permitir que otros se aproximen.

Cuando estas personas permiten una pequeña brecha, la luz del amor de Cristo penetra en su interior y luego algo comienza a acontecer.  La frialdad comienza a si disipar, la dureza a los pocos va cediendo y aquel viejo corazón empedernido es retirado, siendo trasplantado para su lugar un nuevo corazón.  El fulgor de la presencia del Señor empieza a ser reflejo y la vieja vida huera y sin perspectiva si transforma en una vida diferente, llena de goce y dicha.

Si usted ha percibido qué su corazón continúa endurecido y se resiente de la falta de amor y calor humano, permita que el Señor Jesus lo visite.  Su vida será mucho más agradable y bendecida de allí para la frente.

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