Cuando Alejandro de Macedonia llego a ser un poderoso Rey, cierto día uno de sus antiguos profesores acudió a el para pedirle ayuda, porque se hallaba en una gran miseria.
 
El pobre hombre se habría dado por satisfecho con una modesta suma que le hubiese permitido satisfacer sus más urgentes necesidades.
 
Alejandro reacciono y no le dio dinero, sino que le confió el gobierno de una ciudad con todos los beneficios que podría sacar de ello. Asustado, el solicitante expreso que era demasiado, que no era digno de ese don y que ni siquiera le había pasado por la mente el deseo de semejante cosa.
 
Pero Alejandro contesto:
"No se trata de lo que te conviene pedir, sino de saber que don yo te quiero hacer en mi calidad de rey, según mi rango y mi corazón."
 
Igualmente la mayoría de la gente se contentaría con que Dios le diera la salud, los alimentos, la ropa y una vivienda.
Pero El quiere dar mucho más: la vida eterna y un lugar en su paraíso.
Muchas personas se han arrepentido y han recibido el perdón de Dios, siendo al mismo tiempo declaradas por el heredadas de todas sus riquezas con Cristo piensan que es demasiado.
 
"Somos indignos, dicen." Es muy cierto! Pero Dios da de una manera digna de el,
"Para alabanza de la gloria de su gracia"
(Efesios 1:6). Con Dios es todo o nada. Acéptemelo con agradecimiento.
QUE DIOS TE BENDIGA!

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