«El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8:12).

Más de un siglo y medio atrás, una Brigada del Ejército Británico ha sido obligada a marchar, por la noche, a través del desierto egipcio para Tel-el-Kebir. Podria fácilmente perder la ruta, pero un joven oficial naval se ofreció voluntariamente para guiar la Brigada a través de las estrellas. Los soldados observaban el marinero y el marinero observaba las estrellas. La travesía fue concluida al amanecer y la Brigada atacó las trincheras enemigas, derrotando los adversarios y haciendo muchos prisioneros. El oficial naval fue mortalmente herido en la batalla y, al recibir la visita del comandante, le preguntó: «Señor, ¿yo les guié correctamente, no es verdad?»

Hay muchas personas que caminan en este mundo sin saber la dirección cierta que deben tomar. Sus días no tienen sol, sus pasos son inciertos y la obscuridad de la noche parece durar una eternidad. Quieren vencer el enemigo pero no saben donde él está y ni a que hora tornará a atacar. Necesitan alguien que conozca el camino y que las dirija en seguridad.

El Señor prometió que aquéllos que lo siguen jamás andarían en tiniebla y nosotros, como Sus imitadores, necesitamos disponer para hacer lo mismo. Existe una gran cantidad de personas que está ansiosa por contar con nosotros y que se perderán si no pueden contar con nosotros.

Muchos están siendo atraídos a las trincheras del pecado.
Muchos están zigzagueando en las tinieblas sin encontrar el camino. Muchos aún no saben mirar para arriba y, a través de la dirección de Dios, alcanzar la salvación.

Como cristianos, ¿hemos guiado correctamente nuestros amigos y parientes a la presencia del Señor Jesusí Cuando nos encontremos con Dios ¿podremos oírlo decir «siervo bueno y fiel»? ¿Será nuestro nombre pronunciado antes del «¿Venid benditos de mi Padre?»