En una ocasión unos científicos se reunieron para decidir si se debía llamar (ella) o (él) a una computadora. Se dividieron en dos grupos, hombres y mujeres, para debatir las diferiencias entre los dos sexos. Las científicas dijeron que la computadora debía ser considerada dentro del género masculino. Dieron tres razones.

1.Para obtener su atención, hay que encenderlas.
2.Se supone que están para solucionar problemas, pero la mitad del tiempo son un problema.
3.Cuando nos comprometemos a una, nos percatamos de que si hubiéramos esperado un poco más habríamos obtenido una mejor.

Los científicos decían que la computadora debía estar dentro del género femenino, y expusieron estas tres razones.

1.Nadie más que su creador entiende su lógica interna.
2.Hasta los errores más pequeños se guardan en el historial de la memoria.
3.Apenas uno se compromete con una, encuentra que gasta la mitad de su salario comprándole accesorios.

Así que, tanto los hombres como las mujeres deben aceptar un hecho: somos diferentes, y estas diferencias que tenemos jamás cambiarán.
Debemos entender estas diferencias y convivir de acuerdo a lo que hemos aprendido. Dejar estas cosas en manos de Dios, y pedirle día a día que trabaje en cada uno de nosotros esas áreas que no nos permite crecer.