«Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; respóndeme por tu verdad, por tu justicia, y no entres en juicio con tu siervo; porque no se justificara delante de ti ningún ser humano. Porque ha perseguido el enemigo mi alma; ha postrado en tierra mi vida; me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos, y mi espíritu se angustio dentro de mi; esta desolado mi corazón»( Salmos 143: 1-4 )

A pesar de que algunas veces tomaremos malas decisiones, nos dejaremos llevar por nuestras emociones y debilidades de la carne, Dios nunca nos abandonará, él sabe que somos débiles, es decir somos de carne y que eventualmente nos dejaremos llevar por las emociones del alma.

Es de humanos errar pero de sabios rectificar, y los dones de su Espíritu Santo siempre estarán a mano para que los usemos en los momentos de debilidad.

El salmista estaba claro en que Dios no se complace en nuestro pecado, pero que es amplio en perdonar. ¿Quien es el enemigo de nuestra alma? Bien todos lo sabemos, y de que forma nos ataca, pues, produciendo sentimientos y emociones en nuestra vida que,si no velamos, puedan llevarnos al despeñadero espiritual.

Vamos pues entonces a velar en todo tiempo, porque nuestro enemigo anda como león rugiente buscando a quien devorar. 1 P. 5:8 No temas él te escucha y está presto a socorrerte.