¡PACIENTEMENTE!

Por la mirada de la gente, y al comprobar que los “recién llegados” se me adelantaban, confirmé la teoría que había empezado a abrazar en los minutos previos: ¡nadie hacía caso de los números! Fue entonces que un alma benévola se acercó y me dijo: -“El último en llegar tiene que ‘dar la vez’ a quien se lo pida, y así sucesivamente”.

Con razón todo el que llegaba preguntaba: -“¿Quién da la vez?”, para entonces recibir la respuesta del anteúltimo cliente, quien afirmaba en voz alta haciendo uso de la primera persona del singular. Y yo, que me debatía entre hacer el papel del extranjero enojado preguntando por qué tenían un dispensador de números que jamás utilizaban o sonrojarme y llamarme al silencio, concediéndome la oportunidad de empezar a aprender las costumbres de la cultura de aquel lugar. Decidí optar por esta segunda opción, ¡aunque el “argentino” que llevo adentro pujaba por la primera!

A veces sucede algo similar con nuestras vidas. Nos pasamos los días, los meses y los años esperando que llegue nuestro “turno”: el “turno” para ser felices; el “turno” para ver cumplidos nuestros deseos; el “turno” para amar y ser amados. ¡Estamos con el número en la mano, mientras otras personas avanzan al grito de “quién da la vez”!

La Biblia señala: “Dios dice: -‘En el momento oportuno te escuché; en el día de la salvación te ayudé’. Y ahora es el momento oportuno. ¡Ahora es el día de la salvación!” 2 Corintios 6.1-2 (DHH).

Quizás debamos “darnos cuenta” de que aquello que esperamos está a nuestro alcance si tan sólo nos predisponemos a salir de la comodidad que implica “tener nuestro número”. Si nos animamos a pensar la vida desde otro ángulo. ¡Si nos aventuramos a cambiar de estrategia!

¡Buen Fin de Semana!