Reflexiones Bíblicas: Alguien Que Se Perdió…  O Se Halló

«Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo» (Mateo 10:22).

Un diario ruso, editado por la Liga comunista Joven, publicó una carta de Nina K., una joven de dieciséis años de edad, que decía: «soy miembro de la Liga comunista joven.  Yo soy una joven normal, pero al mismo tiempo yo soy diferente.  Yo soy ¡Soy Bautista!  Francamente, yo no me siento miembro de la Liga comunista Joven.  Veo miembros de la Komsomol que pasan por mí sin una palabra siquiera de saludo.  Siento que soy tratada con desaire.  Al contrario de eso, mis hermanos en Cristo me tratan muy bien.  Creo en ellos y creo en Dios».  El diario presenta la carta de la Niña con el título: «alguien que se perdió».

En el momento en que la Niña se perdió, como dicho por el diario comunista, ella se halló, o mejor, ¡ha sido hallada!

Ella fue encontrada por Jesús en un momento en que se sentía menoscabada, ignorada, solitaria.  Necesitaba de cariño, de atención, de un encuentro con el amor.  ¡Y el amor la encontró!  Dios es amor y este amor la alcanzó.  Ella no sabía si aún era miembro de la Liga comunista o no, pero sabía que había encontrado el amor tan ardientemente buscaba.

Quizá sea ése nuestro grande sueño.  No almacenar cosas grandiosas como apartamentos de lujo, carros importados o grandes fortunas para hacer parte de la alta sociedad.
Queremos simplemente sentirnos bien, recibir abrazos afectuosos, tornarnos útiles en el ambiente en el que vivimos, saber que existen personas que nos aman de verdad.

Y si eso no está aconteciendo, es hora de «perdernos» de la vieja e insípida vida.  Es hora de dejar que Dios nos halle, que nos abrace, que nos acaricie, que nos transforme, que cante para nosotros: «Te amo.  No hay nada más importante para Mí que hacer de su vida una fuente de bendiciones. Te Guiaré en paz y alegría y su vida hallará felicidad para siempre».