Confianza Irrestrita

«Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu del Señor levantará bandera contra él» (Isaias 59:19).

Un grupo de soldados, en Anzio, Italia, fue separado de su compañía por la artillería alemana.  Cuando la casa de la hacienda donde estaban se defendiendo fue duramente atacada, apenas tres de los quince soldados estaban bien — todos los demás estaban heridos.  El oficial estaba caído entre los escombros, pero consiguió coger su Luz Diaria.  El texto que él vio al coger la Palabra de Dios ha sido: «Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu del Señor levantará bandera contra él».  El oficial, con alegría, leyó el texto en voz alta, declarando su confianza de que todos ellos serían salvos.  Pocos minutos después el camión del hospital de los aliados paró enfrente al local donde estaban y todos fueron colocados en él y acarreados para un lugar seguro.

Lo extraño fue que los soldados de la artillería alemana, por detrás de sus trincheras bien próximo a ellos, asistieron a todo sin disparar un tiro siquiera.  Cuando el camión atravesó un cruce prójimo de allí, otro grupo de alemanes se mostró igualmente indiferente a ellos que siguieron sin problemas su camino.  Todos concordaron que aquélla operación había sido una intervención directa de Dios.

Muchas veces nos sentimos como aquellos soldados de las fuerzas aliadas.  Todo parece perdido y las esperanzas son casi nulas.  Vemonos heridos  por las derrotas constantes, abatidos por las frustraciones experimentadas, desesperados por las dudas inquietantes, acongojados por la falta de fe delante de las circunstancias.  No conseguimos más quedarnos en pie y solo esperamos lo peor.

Pero Dios siempre está junto a Sus amados en los momentos de grande tribulación.  Cuando nuestros enemigos espirituales apretan el cerco, el amado Señor se coloca a nuestra frente y irgue la bandera de Su victoria.  Las derrotas recogen sus armas, las frustraciones baten en retirada, las dudas son deshechas y la incredulidad completamente destruida.

Confíe totalmente en Dios, aun cuando todo parezca perdido.