Quiero Estar Junto A Mi Padre «Señor, ¿a quién iremosí  Tú tienes palabras de vida eterna» (Juan 6:68).

Oí hablar de un padre que necesitó se quedar lejos de casa más o menos siete meses.  Cuando regresó, reunió su familia y fue dar un paseo en un Shopping Center.  En un determinado momento, entregó una cuantía en dinero para su hija pequeña y le dijo: «Hija, tome éste dinero y vaya a comprar cualquier cosa que usted anhela».  La niña.  con lágrima en los ojos, agarró bien firme la mano de su padre.  «¿Qué hubo, querida?» preguntó el padre con ternura.  «Yo no quiero dinero, papá», dijo ella, «yo quiero quedar me junto con usted.

Cuando reconocemos en Dios un Padre amoroso y divino, estar en Su compañía es el mayor tesoro que podemos tener.  No hay dinero que Lo sustituya, no hay casas bonitas o carros lujosos que puedan nos dar más placer, no anhelamos cambiarlo por nada en este mundo.

aun cuando alguien nos muestre caminos alumbrados y encantadores, aun cuando invitaciones insistentes nos lleguen todos los días, aun cuando las crisis se abatan sobre nuestras vidas o nuestra casa, aun cuando el suelo parezca desaparecer debajo de nuestros pies, no dejaremos Su mano, no nos alejaremos de Su presencia, no nos dejaremos engañar por ninguna circunstancia.

Es nuestro Padre amado.  Es nuestro grande Amigo y Consejero.

El poco con Él es mucho más que las riquezas de los soberanos incrédulos.  ¿De que sirve tener dinero en la mano para comprar cualquier cosa que nuestro corazón anhela si, para eso, tengamos qué alejarnos de él?

Queremos estar bien junto del Padre, caminar a Su lado cada minuto de nuestras vidas.  Es fuente de amor, de paz, de alegría y dicha.  Tiene las palabras y la vida eterna.  Sí, no hay cosa alguna material que nos haga andar lejos de él.

Yo no dejo mi Padre de ninguna manera…  ¿y usted?