Aprendamos a desenvolver ese regalo, a disfrutar de él.

La existencia de un cristiano está llena de delicias, a la vez que es salpicada con heladas gotas de tribulaciones.

Es un angosto camino en la cual, pese a las adversidades que nos acometen mientras lo transitamos, aprendemos a disfrutar de escenas que para otros pasan desapercibidas, confiando en un Dios que va por delante nuestra abriendo sendas donde no las hay.

Es realmente hermoso comprobar como Dios sigue sorprendiéndonos.

No importa cuantos años lleves a su lado, él es capaz de transformar lo trivial en algo insólito, deshacer los lazos que atan nuestra ignorancia y poca fe para otorgarnos un pasaje hermoso a un lugar de esplendor inigualable .

Me conmueve su trato personal, su forma de proceder cuando las razones para vivir se vuelven sin sentido.

Dios renueva no sólo vidas, él cambia todo cuanto nos rodea haciéndonos partícipes de maravillosas experiencias, reverdeciendo un jardín interior descuidado y seco.

No quiero que este mundo con su crudeza ensombrezca mi capacidad para sorprenderme .

Que como una niña descubra ingenuamente todo cuanto ante mí se representa, sabiendo desenvolver los regalos que Dios me otorga, siendo agradecida por ellos.

Cuando perdemos esa capacidad de asombro, nos insensibilizamos .

Aceptamos la obra de Dios como algo normal y carente de omnipotencia.

Vemos abrirse mares ante nosotros sin sentir perplejidad.

Observamos el milagro de la vida con la simpleza de quien desconoce al autor de ella.

Convivo con un Dios sorprendente y nunca me canso de elogiarle.

Conozco mi incapacidad para demostrarle cuanto le amo, pero sé que él tiene suprema sabiduría para conocer mi interior y leer entrelineas aquello que no puedo expresar.

Convivo con un Dios que hace prodigiosas obras que me dejan boquiabierta, asombrada, perpleja ante repetidos milagros que siguen pareciéndome nuevos, y a los que nunca deseo acostumbrarme.

! Gracias Señor!

Dios les bendiga y les prospere grandemente