Reflexiones Diarias – La Medicina de Dios

«Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano» (Juan 10:27, 28)..

En un cierto árbol, las flores aparecen antes de las hojas, y son de una coloración roja brillante. La belleza fulgurante de las flores atrae innumerables insectos. Las
abejas se dirigen a ellas para juntar miel. Pero toda abeja que posa en las flores absorbe un veneno fatal y cae muerta bajo las flores carmesíes. Debajo esa atrayente árbol, las víctimas de suya fascinación se ponen diseminadas por la tierra. Esta planta mortífera, que atrae apenas para destruir, es un símbolo vivo de la falsedad y destrucción del pecado. Existe, sin embargo, un medicina contra esta flor que deslumbra y destruye a través de sus encantos ilusorios — las hojas de la «árbol de la vida» cultivada en el Monte Calvario.

El brillo y las luces del mundo atraen y encantan. Muchos sano los que, deslumbrados con la grande variedad de placeres que Él ofrece, arrumaban la prudencia, el buen sentido y todo lo más que hasta entonces alicerzavam su vida y parten dispuestos a aprovechar el máximo de aquel escenario mágico y fascinante. Ni de lejos sospechan que a lo entren en aquél mundo de colores vivos, encontrar?n un escenario oscuro y destructor.

A esos incautos, cuyas venidas a fueron contaminas por el néctar destructivo de las flores cultivadas fuera del Camino, Dios providencia un antídoto — una medicina que apaga las transgresiones y elimina las heridas adquiridas en esta aventura ilusoria: la sangre de Jesús vertido en la cruz del Calvario. Además de la cura espiritual operada en el corazón de aquéllos que se arrepienten, aquéllos que de él prueban, viven abundantemente y tienen la vida eterna.

Si los encantos y los colores vivos del mundo no garantizaron suya felicidad, está en la hora de experimentar la medicina de Dios.

Paulo Barbosa