DEVOCIONAL DIARIO – NO NIEGUES UN FAVOR A QUIEN TE LO PIDA

«No niegues un favor a quien te lo pida, si en tu mano está el otorgarlo.» Proverbios 3:27

Vivimos en días de mucha dualidad social. Es notable como en todas las sociedades puede verse personas extremadamente ricas y otras extremadamente pobres. En el medio de ambos extremos un sin numero de opciones entre las que estamos tal vez tu y yo. Es un estigma para la humanidad las personas con necesidades. Y es una realidad que siempre hubo y siempre va a haber. Difícilmente en este milenio se modifique esta tendencia. Leía un estudio que decía que si se dividiera por 365 el presupuesto para armamento que maneja anualmente solamente EE.UU. alcanzaría para alimentar a todas las personas que hoy padecen hambre en el mundo.

Es cierto que no podemos modificar esta tendencia pero el consejo de Salomón bien podemos aplicarlo a nuestra vida. Charlábamos con unos chicos sobre este texto y analizábamos las implicancias del mandamiento de la Palabra de Dios. Si lo leemos rápido, nos obliga a compartir lo que tenemos con los más necesitados. Y la pregunta obligada es ¿hasta donde tenemos que dará

Es imposible dar ilimitadamente. Nuestra generosidad tiene como tope máximo el dinero que tengamos en el bolsillo y las ganas que en ese momento tenga el corazón. Y si bien la Biblia enseña la necesidad de dar generosamente; también nos manda a ser precavidos.

La famosa parábola del hombre que comenzó a construir una torre y no pudo terminarla porque se quedó sin dinero es una clara enseñanza de Jesucristo para ser cuidadosos al momento de utilizar el dinero y a planificar con cuidado el uso de los recursos.

Escuche un dicho que me llamó poderosamente la atención, en referencia a este tema: «En lugar de darle un pescado al que tiene hambre, es preferible darle una caña de pescar y enseñarle como usarla». Y acá está el secreto que Salomón nos estaba enseñando. La caridad por si sola no es efectiva. Puedo solucionar un problema momentáneo y es imperioso que así sea.

Pero el consejo que el sabio nos deja es el de buscar mejorar la calidad de vida mediante la enseñanza y la capacitación. Es cierto que es más trabajoso y complicado, pero rinde mucho mejores frutos. Jesucristo mismo limitó su capacidad de alimentar a las personas únicamente a las oportunidades en las que no hubo otra alternativa.

REFLEXIÓN — Si está en tu mano, dalo.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany