Los seres humanos tenemos una inteligencia de oro, que nos permite conocer a Dios; un corazón de plata, con una inmensa capacidad de amar; y la fortaleza que dan las virtudes, pero los pies los tendremos siempre de barro (Daniel 2,31 – 45), con la posibilidad de caer al suelo si olvidamos esta debilidad del fundamento humano, de la que tenemos sobrada experiencia. Cada cristiano es como una vasija de barro (2 Corintios 4,7) que contiene tesoros de valor inapreciable, pero por su misma naturaleza puede romperse con facilidad. Este conocimiento del fr?gil material que nos sostiene nos debe volver prudentes y humildes. SÉlo quien es consciente de esta debilidad no se fiar? de sí mismo y buscar? la fortaleza en el Señor, en la oraci?n diaria, en la firmeza de la dirección espiritual. De esta forma las propias fragilidades servir?n para afianzar nuestra perseverancia, pues nos volver?n más humildes y aumentar?n nuestra confianza en la misericordia divina.
Pero no busquemos aterrarnos mutuamente ni vivir en el miedo pensando en que el tiempo está cerca y ya se acaba la figura de este mundo con la venida del Justo Juez, Cristo, porque Él mismo nos lo dice: Tengan cuidado para no dejarse engañar. Porque vendr?n muchos usurpando mi nombre y diciendo: Yo soy y el tiempo está cerca. Pero ustedes no los sigan (Lucas 21,8). ¿Quiere Cristo que vivamos atemorizadosí No ¿Quiere que nos la pasemos anali zando cada guerra y cada peste e interpret?ndolo todo bajo esta ?ptica terror?fica? No. Entonces, ¿qué quiere Cristo? Quiere que nos dejemos de cuentos de terror y de una pasividad estáril y vivamos, sí velando para cuando venga, pero velando como siervos fieles, esto es cumpliendo como el soldado que tiene una misi?n en la vida. Velar por tanto no es estar en estado de terror e infundiendo terror en los demás, sino trabajar por hacer que cada día más este Rey sea más adorado y amado por los hombres; para que el imperio del amor triunfe sobre los mezquinos deseos humanos pues lo ?nico que permanece es Dios. Es lo ?nico que no cambia, que no muta. Ya la carta a los Hebreos nos dice que Cristo es el mismo de ayer, de hoy y de siempre. ¿Por qué entonces estar tan preocupados por lo que es pasajero? Pongamos nuestra atenci?n y verdadera preocupaci?n en lo que es eterno, en lo que permanece. Por ello el ap?stol Pablo dec?a el amor no pasar?. Esforcómonos en cultivar y hacer crecer el amor; es lo ?nico que perdurar?, es lo ?nico que le dejaremos a las generaciones futuras; no pongamos nuestras esperanzas en una obra humana: lo importante no es el templo, sino Dios que habita en el templo. Las obras humanas pasan, pero Dios permanece para siempre. Cuando la esperanza se apoya en Dios, que es todo poderoso y además es Padre, nada ni nadie la puede destruir.
¿Por qué el templo ser? derruido? Por la codicia de los hombres. ¿Por qué habr? guerrasí Por el odio de unos contra otros. ¿Por qué pestes, hambre, desolaci?n? Por culpa del pecado que no busca soluciones sino que trae daños estáriles. Pero en cambio si el cristiano trabaja firme y constante por edificar su propia casa en roca firme; si se empeña por trabajar en la viña del Señor y sacar fruto abundante, el ciento por uno; si procura que en su casa jamás falte el aceite para su l?mpara, no sea que venga el Esposo; si se esmera en realizar cuanto le ha sido confiado por el Dueño, como siervo trabajador; si en fin, saca tiempo de debajo de las piedras y hace del amor su tesoro y reproduce todos sus talentos, ¿le quedará tiempo para aterrarse por el fin del mundo?
¡¡¡Señor Jesís, t? eres más poderoso que el que está en el mundo. Te alabamos porque T? nos enseñaste a orar para que viniera el reino del Padre, y luego estableciste el reino eterno. Perm?tenos por tu gracia ser dignos ciudadanos ahora y por todos los siglos!!!
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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.
Juan Alberto Llaguno Betancourt
Lima – Per? – SurAm?rica
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