Él va a estar levantado toda la noche

Entregue sus problemas a Dios: de todas formas Él va a estar levantado toda la noche.

No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. Salmo 121:3

¿Por qué orar? Oramos porque las oraciones abren las compuertas de la infinita gracia de Dios y el poder para que fluyan hacia la persona en necesidad. Dios puede actuar sin oración, pero Él escogió operar dentro de las fronteras de la voluntad humana y de la invitación. Él nos permite participar en su obra en la tierra mediante cada oración.

Leonard Ravenhill una vez dijo sobre la oración: «Uno puede hacer un cálculo del peso del mundo, del tamaño de la ciudad celestial, contar las estrellas, medir la velocidad de la luz, y saber la hora en que sale y se pone el sol, pero no puede hacerlo con el poder de la oración. La oración es tan vasta como Dios, ya que Él se ha comprometido a contestarlas».

Un rótulo en una fábrica de algodón decía: «Si la hebra se enreda, busque al capataz?. Un día, a una empleada nueva se le enredaron las hebras. Cuanto más trataba de desenredarlas, más se enredaban. Finalmente buscó al capataz. Él le preguntó:
-¿Por qué no me buscó antes?».

Ella contestó:
-Traté de hacerlo yo. A lo que él respondió:
-Recuerde, usted debe buscarme a mí.

Cuando enfrentamos situaciones difíciles, nuestra primera reacción debe ser pedirle ayuda a Dios. Él anhela ser nuestro ayudante e involucrarse completamente en nuestras vidas.

No hay mayor amor que el amor que nos sostiene cuando parece que no hay nada de donde agarrarnos.

«El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará». 1 Corintios 13:8.

Un paseo en un velero por poco termina en tragedia para una familia, cuando los fuertes vientos de galerna y las violentas olas amenazaban con hundir su embarcación. La frenética llamada a los guardacostas trajo dos barcos al rescate. Desafortunadamente, el primer barco tenía una sola escalera de soga, un medio de evacuación muy peligroso para mares embravecidos. Luego llegó un buque mucho más grande. Este protegió al velero hasta que después de varias horas de maniobras se pudieron bajar unas escaleras del buque al velero.

Utilizando una correa de seguridad, Bob y Sherry hicieron el trasbordo, así como sus dos pequeños hijos. Luego le tocó el turno a Laurie, la abuela. El abuelo, Dave, le pasó la correa a Bob, pero los arreos se engancharon cuando subía por la escalera. Los barcos se separaron y Laurie se cayó al agua. Con las olas, las embarcaciones chocaban una contra otra, Dave sintió miedo de mirar, él sabía que su adorada esposa por 33 años no podría nadar, y lo peor, temía que la hubieran aplastado los barcos cuando chocaron. No obstante, él se agarró de la correa, negándose a dejarla ir. La abuela más tarde explicó: «Esa es la única razón por la que estoy aquí».

No importa cuántos problemas pueda traernos el mar de la vida, agárrese a la correa con amor. ¡Una vida se podrá salvar por confiar a Dios lo imposible!

¿Qué puede ser más divertido que amar lo que uno hace y sentir que es importante?
Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien. Salmo 128:2
Una vez un periódico en Inglaterra, hizo esta pregunta a los lectores:
¿Quién es la persona más feliz de la tierra?
Las cuatro respuestas premiadas fueron:
– Un pequeño que hace castillos de arena.
– Un artista o un artesano que está silbando por un trabajo bien terminado.
– Una madre que baña a su pequeño después de un agitado día.
– Un doctor que terminó una cirugía difícil salvando una vida.

El editor del periódico estaba sorprendido de no encontrar prácticamente a nadie que propusiera a los reyes, emperadores, los millonarios, u otros ricos y famosos como las personas más felices del planeta.

W. Beran Wolfe una vez dijo: «Si uno observa a un hombre realmente feliz, lo va a encontrar construyendo un barco, escribiendo una sinfonía, educando a su hijo, cultivando dalias en el jardín o buscando huevos de dinosaurios en el desierto de Gobi. No va a estar buscando la felicidad como si fuera el cierre de un collar que se ha caído debajo del radiador. No va a estar esforzándose por conseguirla como si fuera una meta. Él se va a dar cuenta de que es feliz en el transcurso de vivir la vida muy ocupado las 24 horas del día».

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. 1 Juan 4:16

Dios te bendiga…
Hmna. Marlenys Meza

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