Vitaminas para la salud espiritual Primera parte
“…¿CÓMO ESTÁS, HERMANO…” (2 Samuel 20:9 NVI)
Los principios de la Palabra de Dios son como vitaminas espirituales. Durante los próximos días vamos a considerar algunas:
Nunca excuses en ti mismo lo que condenas en otros.
Eso fue lo que hizo el rey David. Para confrontarle respecto a su pecado con Betsabé, el profeta Natán le contó a David la historia de dos hombres. Uno tenía muchas vacas y el otro sólo una corderita.
Cuando un invitado llegó a la casa del rico para comer, éste sacrificó el único cordero del pobre.
“Se encendió el furor de David violentamente contra aquel hombre, y dijo a Natán: ¡…Es digno de muerte el que tal hizo! Debe pagar cuatro veces el valor de la cordera, por haber hecho semejante cosa y no mostrar misericordia. Entonces dijo Natán a David: Tú eres ese hombre…” (2 Samuel 12:5-7).
Natán siguió: “Así ha dicho el Señor Dios de Israel: “Yo te ungí como rey de Israel… y te entregué la casa de tu señor y puse en tus brazos a sus mujeres… y como si esto fuera poco, te habría añadido mucho más… A Urías, el heteo, lo mataste a espada y tomaste a su esposa como mujer… Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada…” (2 Samuel 12:7-10).
David no lo sabía, pero con sus labios había pronunciado su propio castigo: “…Debe pagar cuatro veces…” Y así sucedió.
Primero, el niño que engendró con Betsabé murió.
Segundo, otro de sus hijos violó a su hermana y David no tuvo la autoridad moral para confrontarlo.
Tercero, Absalón, su hijo amado destinado a heredar el trono, desencadenó una guerra y murió a manos de los soldados.
Cuarto, estalló una guerra civil en Israel y miles de personas perecieron en ella. La enseñanza es clara:
Nunca acuses a otro de algo que excusas en ti.
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