Preguntas que debes hacerte acerca de tu visión

«…VINO LA PALABRA DEL SEÑOR A ABRAM EN VISIÓN…» (Génesis 15:1)

Dios prometió a Abraham: «… Serán benditas en ti todas las familias de la tierra» (Génesis 12:3). ¡Ésa es una visión! Dios sabía que Abraham tenía suficiente fe para verla realizada. Si odias lo que tienes que hacer para la consecución de tus metas, algo no va bien. Examina tus motivos. Analiza si hay incoherencias entre quién eres y lo que tratas de llevar a cabo. ¿Te has apropiado realmente de esa visión? ¿Está tu corazón en ella? Si para proseguir tus ideales debes violar tus principios, entonces necesitas otra visión. A lo mejor es un problema de actitud.

1) ¿Eres demasiado idealista? Debes aceptar la forma en que toma cuerpo la visión y cambiar tus expectativas respecto a los plazos de su cumplimiento. El noventa por ciento de las desilusiones se produce por causa de expectativas no realistas.

2) ¿Has dejado de soñar? Tienes que permitirte soñar un poco cada día, explorar alternativas y aceptar opciones. Sé creativo. Seguir tus ideales te ayuda a avanzar en la vida.

3) ¿Valoras cada paso que das, por pequeño que sea? Una de las formas de sentirse realizado es celebrar cada éxito. Reconoce los hitos importantes que han sido superados en el camino. Dar gracias a Dios por tus progresos te animará a seguir adelante.

4) ¿Es tu meta el crecimiento personal? La única manera de llevar a cabo una visión es crecer con ella. Cuanto más grande sea ésta, más grande tendrás que ser para verla realizada. ¿Qué te está revelando Dios en tu situación actual? ¿Cómo puedes crecer? La mayor recompensa de proseguir un ideal es la evolución personal que se consigue durante el proceso.