Toma control del tiempo. Parte 3

«ME ES NECESARIO HACER LAS OBRAS… MIENTRAS DURA EL DÍA…» (Juan 9:4)

El tiempo es como el dinero, hay que administrarlo. Para ello debes entender la diferencia entre lo obligatorio -lo que tienes que hacer sin falta- y lo optativo -lo que te gustaría hacer. ¿Cómo es que Jesús fue tan organizado?

1) Entendía su misión. En su último viaje a Jerusalén, donde sería crucificado, sus oídos detectaron la voz de un ciego y se paró, para sorpresa de sus acompañantes. A éstos les irritó que Jesús pareciera no entender que les faltaban seis o siete horas de viaje para llegar a Jerusalén, ni el hecho de que tenían que llegar a tiempo para cumplir su propio objetivo: la celebración de la Pascua (Lucas 18:35-42). Desde su perspectiva, daba la impresión que Jesús estaba malgastando el tiempo; pero desde la de Jesús, el tiempo estaba siendo bien usado, porque encajaba con su misión.

2) Entendía sus limitaciones. Sabía algo que a menudo olvidamos: que se debe administrar bien el tiempo si queremos acumular fortaleza y determinación, las cuales harán de contrapeso de nuestras debilidades cuando arrecie la batalla espiritual. Jesús conocía sus limitaciones, de ahí que sus momentos a solas eran un elemento siempre presente en su agenda. Pero los que lo rodeaban no acabaron de entenderlo, ni siquiera los más íntimos.

3) Tenía sus ojos puestos en el futuro. Jesús pasó una buena parte del tiempo capacitando a sus doce apóstoles. Dijo: «…Edificaré mi iglesia…» (Mateo 16:18). ¿Cómo pensaba edificarla? Por medio de otros. Entonces, el mejor modo de sacar el máximo provecho de tu tiempo es no perder nunca de vista el propósito de tu vida y evaluar cada decisión a la luz de ése.