La fe es el poder para vencer al mundo

«…ÉSTA ES LA VICTORIA QUE HA VENCIDO AL MUNDO, NUESTRA FE» (1 Juan 5:4)

Cuando tu salud, tus finanzas o tu familia se resienten, de repente te das cuenta de la fragilidad de la vida. A lo mejor hoy todo te sonríe; pero a lo largo de la vida la adversidad llegará alguna vez a tus puertas. Cuando suceda, comprobarás que ni el poder, ni las riquezas ni la popularidad te van a sustentar. Si el poder pudiera hacerlo, Stalin no habría tenido miedo de dormirse por la noche, ni hubiera vivido con una paranoia tal que puso a su servicio a un soldado cuya única función consistía en protegerle las bolsitas de té. Si las riquezas pudieran hacerlo, el temor no habría hecho al billonario Howard Hughes vivir como un ermitaño y morir solo. Si la popularidad pudiera sustentarte, los biógrafos de John Lennon no lo habrían descrito como un hombre con muchos miedos, que dormía con la luz encendida y tenía pavor de contraer alguna bacteria.

Los soportes que ofrece este mundo sólo consiguen sostenerte durante cierto tiempo. El verdadero coraje para vivir proviene de una confianza profunda en Dios, cuya Palabra afirma: «…Ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (1 Juan 5:4). La calidad de la fe la determina la cosa o la persona en que está puesta, y la nuestra está depositada en un Dios que nunca falla. Dijo David: «Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos; en tu nombre hollaremos a nuestros adversarios» (Salmo 44:5). Jesús dijo: «Os doy potestad… sobre toda fuerza del enemigo…» (Lucas 10:19). Pablo escribió: «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada?… Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8:35-37).