Siempre Amonesta en amor

«…SIGUIENDO LA VERDAD EN AMOR…» (Efesios 4:15)

Cuando se ama a alguien, a veces hay que amonestarlo. Pero se debe hacer con sensibilidad y únicamente por asuntos serios. Si te pasas la vida corrigiendo a las personas, acabarás sin credibilidad y sin amigos. Entonces, ¿cuándo se debe confrontar a alguien? Cuando esté presente alguno de estos tres elementos:

a) Es un asunto serio. Si se trata de un hábito destructivo, un comportamiento abusivo, un error doctrinal fundamental o una situación que podría dañar a alguien -debes involucrarte.

b) Es algo crónico. Si observas que el mismo comportamiento se repite continuamente, no es necesario que sea algo muy grave para que les amonestes en amor.

c) Analiza si te has ganado el derecho de hablar a la vida de alguien. Si una persona con quien apenas tienes trato hace algo indebido, eso no te incumbe. Pero si es alguien próximo a ti, entonces es apropiado -de hecho es un acto de amor- el que le adviertas: ‘Eso te va a perjudicar.’

En el famoso pasaje de 1 Corintios 13 (4-5 TLA), Pablo destaca cuatro características importantes del amor:

1) «El amor… no es grosero…» No se acerca a la persona con agresividad e imposición.

2) «El amor… no es egoísta…» Se olvida de la propia necesidad de aceptación y se asegura de que el mensaje que el otro recibe va impregnado de bondad y compasión. Al mismo tiempo, sin embargo, es franco y no se conforma con decir verdades a medias.

3) «El amor… no se enoja por cualquier cosa…» Cuando amonestes a alguien en amor, no te disgustes si su reacción es de enfado y te dice: ‘¿Pero quién te crees que eres para decirme esto?’ Los medicamentos no saben bien, pero curan.

4) «El amor… no se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho» Cuando te han herido, es fundamental que trates con esa herida y luego la olvides. Cuando lo hagas, estarás capacitado para amonestar a alguien por su propio bien.