«JESÚS… LO TOCÓ…» (Marcos 1:41)

El toque de la mano del Maestro Jesús

«Estaba estropeado, sucio y rayado; el subastador pensó que no merecía la pena gastar mucho tiempo en ese viejo violín, así que lo presentó a la sala con una sonrisa irónica: ‘¿Qué me dan por este viejo violín? ¿Quién quiere empezar a pujar? ¿Un euro, dos euros, quién me da dos eurosí Dos euros por ahí, ¿alguien da tresí Tres euros a la una, tres euros a las dos, tres euros…’ En ese momento salió de la parte de atrás de la sala un hombre con el pelo canoso, se acercó al instrumento y tomó el arco. Luego limpió el polvo del violín y tras tensar las cuerdas, tocó una melodía tan pura y dulce como si fuera un coro de ángeles. Cesó la música y el subastador, con voz apagada dijo: ‘¿Qué me dan por el viejo violín?’ Y levantó el instrumento. ‘Mil euros por aquí. ¿Quién da dos mil? Dos mil, ¿alguien da tres mil? Tres mil euros a la una, a las dos y a las tres.’

Los presentes aplaudieron y vitorearon, pero algunos se preguntaban: ‘No lo entiendo. ¿Qué alteró su valor?’ La respuesta no se hizo esperar: ‘El toque de la mano del maestro.’ Muchos con vidas llenas de cicatrices, desordenadas, destrozadas, son subastados por muy poco valor ante la multitud desconsiderada, como el viejo violín. Una comida fría, otro vaso de licor, otra apuesta, y así siguen dando tumbos: a la una, a las dos, y están a punto de ser subastados. Pero llega el Maestro y la multitud no acaba de entender el valor de esa alma y el cambio que se ha producido, gracias al toque de la mano del Maestro.