«ÉL ENTONCES, ARROJANDO SU CAPA, SE LEVANTÓ Y VINO A JESÚS» (Marcos 10:50)
¡Quítate esa capa de encima Bartimeo!
En la época de Jesús se identificaba a ciertas personas por las ropas que vestían. Las que llevaban los fariseos decían: «Soy religioso», las de los soldados romanos: «Soy poderoso» y las de los mendigos: «Soy un desposeído y un marginado».
Cuando el ciego Bartimeo oyó la voz de Jesús, saltó, tiró la capa, se dirigió hacia el Maestro y recibió un par de ojos nuevos, una nueva identidad y un futuro nuevo (Ver Marcos 10:46-52).
Probablemente otros habían elegido la ropa que Bartimeo llevaba. Y hasta es posible que se la hubieran puesto. Pero aquel día dijo: «No tengo que llevar esta ropa nunca más.» Ni tú tampoco tienes que hacerlo; Cristo puede cambiar tu autoestima, tu apariencia y hasta tus lazos con el pasado. Escucha: «…si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17). Pero no te puedes quedar ahí sentado, sin hacer nada. ¡Tienes que moverte! En el momento en que Bartimeo oyó la voz de Jesús, «arrojando su capa, se levantó y vino…».
(a) No se sentó a la orilla mientras la respuesta a su problema le pasaba de lado.
(b) Estaba demasiado desesperado como para quedarse allí, sin visión ni provisión.
(c) Las críticas no le pudieron callar y así perder su día de gracia. No, pidió ayuda gritando, arrojó su orgullo, se levantó y corrió a Jesús. Al hacerlo, todo cambió para bien… ¡todo! Y Él cambiará tu vida también, si vienes a Él hoy.
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