«…¡CUÁN GRANDE BOSQUE ENCIENDE UN PEQUEÑO FUEGO!» (Santiago 3:5)

«¡Me dejé llevar por una ira irracional!»

A Earl Pitts le criaron unos padres amantes y laboriosos. Siendo capitán del ejército americano, se consideraba un verdadero patriota.

Después de graduarse en derecho, llevó a cabo la ambición de toda su vida: trabajar para la FBI. Fue entonces cuando “la chispita” de resentimiento empezó a arder lentamente dentro de él, porque se sentía mal pagado e infravalorado.

Por causa de la carga de los préstamos que recibió como estudiante, tuvo que pedir dinero prestado a su padre. Y abrumado por un sentimiento de rabia, concibió la idea de espiar para la KGB rusa. De ese modo, no sólo solucionó sus problemas económicos, sino que también «les devolvió la pelota» a los que le empleaban. «Fui empujado por la burocracia y yo le empujé a ella», dijo. Cuando fue arrestado y sentenciado, el juez le preguntó por qué se había hecho un traidor. A lo que respondió: “¡Me dejé llevar por una ira irracional!”.

Santiago dice: «¡Qué grande bosque enciende un pequeño fuego!» (Santiago 3:5). No hace mucho, los bosques de Oregón sufrieron los peores incendios de toda la historia de ese estado. Cientos de casas y millones de acres fueron destruidos por el fuego, ¡y todo por una pequeña chispa! Ésta, como la ira incontrolada, ardió lentamente debajo de la superficie; después, cuando las condiciones fueron adecuadas, se convirtió en un infierno, destruyendo todo lo que encontró a su paso.

Por eso la Biblia dice: «Mirad bien, no sea que… alguna raíz de amargura… estorbe, y…muchos sean contaminados» (Hebreos 12:15).

El apóstol Pablo nos avisa: «Airaos, pero no pequéis; …ni deis lugar al diablo» (Efesios 4:26,27). Hoy, haz que la madurez emocional sea una prioridad en tu vida, pidiéndole ayuda a Dios para controlar tu ira.