«CUANDO LE VI, CAÍ COMO MUERTO A SUS PIES» (Apocalipsis 1:17)

¡Ve hasta el final!

Mientras Juan estaba prisionero en la isla de Patmos, lejos de sus seres queridos, cercado por los gritos de los cautivos torturados, tuvo una visión de Jesús. Imagínate el cuadro: una revelación increíble ¡en medio del caos y el dolor! A menudo suceden las cosas así.

Las circunstancias difíciles por las que pasas ahora mismo, de hecho, pueden aclarar tus percepciones, animarte a buscar el rostro de Dios como nunca antes, y ¡encontrar respuestas reales! El apuro de Juan prueba precisamente que las experiencias negativas no ocultan al Señor; lo revelan si estás en el lugar adecuado. De hecho, ¡el ataque de Satanás puede llevarte a un nivel nuevo! Cuando pone la presión, ésta expande tu fe. ¡Entonces puedes hacerle aún más daño! Recuerda que Hebreos 11 habla de dos cosas: las obras y la perseverancia de la fe. ¿Dónde se reveló el Señor a los tres jóvenes hebreosí ¡En un horno ardiendo siete veces más que lo normal!

En Dios, hay un lugar donde el fuego lo consume todo excepto el deseo de conocerle. Aunque a veces no puedas ver ese lugar, ¡tenlo siempre en cuenta! Esa fue la meta que consumía totalmente a Pablo.

Escucha: «Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo… y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a Él en su muerte» (Filipenses 3: 8,10). Ahí está: ni reservas ni pesares, simplemente una pasión por conocer al Señor más íntimamente, y un compromiso de «ir con Él hasta el final». ¿Es ése también tu deseo?