“…PORQUE TUYO ES EL REINO, EL PODER Y LA GLORIA, POR TODOS LOS SIGLOS. AMÉN” (Mateo 6,13b)
El Padre Nuestro – Parte 7
Nosotros no fuimos hechos para manejar tres cosas que Jesús remarcó:
el reino, el poder, y la gloria.
Los discípulos no tuvieron dificultad de comprender esto. Acababan de verle calmar la peor tormenta que jamás habían pasado. En un momento, el mar embravecido pasó a ser “un estanque” tranquilo en el que no había ni una sola ola.
¿Y cuál fue su reacción? Escucha: “…sintieron un gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es este…?” (Marcos 4:41).
Jamás habían conocido a alguien semejante. Las olas y los vientos se sometieron a Él como si fueran sus siervos. Y eso no es todo; pronto verían peces “saltar a la barca”, demonios “meterse de cabeza” en los cerdos, inválidos convertirse en “bailarines”, y cadáveres convertirse en personas “vivitas y coleando”. Nunca habían presenciado tanto poder, ni habían visto tanta gloria.
Reconócelo, no fuimos creados para dirigir un reino; tampoco se espera de nosotros ser todopoderosos, y mucho menos manejar la gloria. Algunos de nosotros pensamos que podemos, que nos hemos “auto-creado”… En vez de doblar las rodillas, simplemente nos remangamos y empezamos otro día con sus doce horas de trabajo. Ahora bien, eso puede ser suficiente cuando se trata de ganarse la vida, pero cuando se refiere a nuestra propia culpa o tumba, nuestro poder propio no bastará. Así que, Jesús termina su gran oración con un mensaje que nunca debemos olvidar: “…tuyo -no mío- es el reino. -Tuyo, no mío- el poder. -Tuya, no mía- la gloria” (Mateo 6,13b). Recuérdalo… y prosperarás. Si te atreves a olvidarlo… ¡es mejor que no sepas las consecuencias!
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