Cuarta trampa: Luchar para superar la debilidad

“…MI PODER SE PERFECCIONA EN LA DEBILIDAD” (2 Corintios 12:9b)

Estamos rodeados de gurús de autoayuda que nos aseguran que podemos superar todas nuestras debilidades; así que, debe ser cierto, ¿no? Pues bien, para ser franco, ¡no lo parece! Lo que sí hemos visto es gente que, con la ayuda de Dios, ha cambiado su vida, basándose en su puntos fuertes. Intentar “curar” debilidades sólo sirve para malgastar tiempo y energía valiosos que podrían ser redirigidos hacia objetivos más saludables.

Por ejemplo, cuando un adicto se abstiene, ¿significa eso que ya no es vulnerable en esta área? No, simplemente ha llenado el vacío con algo mejor. El hecho de que no tome drogas demuestra que “…Dios… (dará)[da]… juntamente con la prueba la salida, para que (podáis)[pueda] soportarla” (1 Corintios 10:13b). Pero ¿qué ocurre con todas esas debilidades socialmente aceptadas (y bien vistas) que se disfrazan como puntos fuertes, como: el perfeccionismo, el materialismo, el enjuiciamiento y la búsqueda de estatus social? Muchas personas que se avergonzarían en reconocer que son alcohólicas, ¡están orgullosas de ser “trabajoadictas”! Llevadas por el miedo y obsesionadas por el tiempo, están totalmente centradas en hacer y no en vivir. Al final, su obsesión por tener más o ser más les lleva a un centro de rehabilitación cardiaco ¡que les hace suplicar a Dios que les otorgue otra oportunidad!

Precisamente cuando enfatices tus debilidades constantemente, las refuerzas; en cambio, lo que sí trae resultados es el edificar sobre tus puntos fuertes. Y la buena noticia es que no lo tienes que hacer tú solo. Dios dice: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9).